martes, 9 de julio de 2013

Capítulo 6

Me desperté y la vi a mi lado… Sonreí ante aquella hermosa imagen y con cuidado de no despertarla, me levanté. Ya era tarde, y lo sabía, pero no habíamos dormido casi nada, asique no iríamos, ni iría a trabajar.

Me moría por acostarme a su lado y abrazarla… Por sentirla, cerca de mí, porque sea mía. Por cuidarla, protegerla… Por contenerla cada vez que las lágrimas eran protagonistas.

- Pedro… (Dijo entrando en la cocina, con los ojos súper chinitos, imagen que me dio mucha ternura) ¿Qué pasó? ¿Nos quedamos dormidos?
- No. No puse el despertador, ayer nos dormimos muy tarde y digamos que puedo pasar parte de enfermo un día más.
- Sos tremendo eh.
- Sí… Pero no daba que sea tú primer día y que los dos estemos súper dormidos.
- Mmm… Tenes razón, pero igual. (Reímos)
- ¿Desayunamos?
- Dale…

Me ayudó a preparar el desayuno, y nos sentamos en el living a tomarlo…

-

- ¿Me contas algo de tú vida? Porque vos sabes mucho de la mía, pero yo de la tuya ni idea.
- Mmm… Complicada.
- ¿Tanto como la mía? No te creo… (Reí)
- Nací en el interior, en un pueblo del Sur… Cuando mis viejos casi estaban en la ruina, porque mi hermano está enfermo, muy enfermo… (Y noté como su voz empezaba a quebrarse) Y, en realidad a mí no me buscaron… Él tiene una enfermedad congénita en los músculos, que no lo permite mantenerse erguido, por ende, ni caminar puede… No puede moverse. (Y las lágrimas comenzaban a humedecer sus mejillas) Y no tiene retorno eso, y… (Suspiró) Tiene muy poca expectativa de vida, tiene treinta años y le dijeron que tan solo viviría veinte, y el tratamiento que lleva desde que nació es muy caro, y por eso mis viejos estaban como estaban, y yo no nací con esa enfermedad por, podría decirse, un milagro… Y no te das una idea de lo que me duele estar lejos de ellos, pero a su vez sé que lo estoy haciendo por su bien, porque sinceramente gano bien y así puedo ayudarlos… Pero los extraño mucho. (Hizo una pausa) ¿Viste que todos tenemos una vida complicada? (Dijo y rio, yo también lo hice)
- Me dejas helada. ¿Tú hermano como está ahora?
- Bien… Bah, como siempre.
- (Me senté a su lado y lo abracé por el costado) ¿Y no los ves hace mucho?
- Casi un mes.
- Pero estando acá también le haces bien.
- Pero sé que el día que no esté más me voy a arrepentir…
- No, no pienses así.
- Sé que va a ser así, porque no puede vivir como lo hace alguien normal.
- Pero ya vivió diez años más de lo que le dijeron, la ciencia muchas veces no es real.
- Por eso, ya fue muchísimo.
- No pienses así Pepe… (Acaricié su pelo) En serio, tenele fe. Él debe tener muchas ganas de vivir.
- La última vez que lo vi estaba muy apagado… Y me duele, por mí, por él y por mis viejos.
-  Tranquilo, no pienses en negativo…
- Eso intento.
- Entonces hacelo. (Dije y lo abracé, él también me abrazó y yo sonreí, me hacía muy bien aquel abrazo, y sentía que a él también) Tranquilo.
- No puedo estarlo, nunca puedo estarlo. Me da culpa… Me da culpa que yo esté bien y él no.
- Hey, no… Vos no decidiste que sea así.
- Pero es así.
- Pero vos no lo elegiste, no te condenes por eso. (Me separé un poco de él) ¿Tus viejos laburan?
- Mi viejo, y mi vieja nunca pudo… Siempre se tuvo que dedicar a él… Y mi viejo, labura en una fábrica, gana muy poco, por eso, en cierto punto elegí ser abogado, para conocer sus derechos y llenarme de impotencia porque nunca se cumplieron. Estoy en juicio en contra de esa fábrica, y en contra de la municipalidad, porque nunca reconocieron la pensión de mi hermano.
- Y lo vas a ganar… (Él suspiró y yo sequé suavemente sus lágrimas)  Y, además, si estás laburando acá es para ayudarlos, es muy noble lo que haces. Vos sos muy noble… Con tú familia, y conmigo.
- Pero no me sirve de nada ser noble si no puedo hacer nada por él.
- ¿Cómo que no te sirve Pepe?
- No Pau… No me sirve.
- Sí que te sirve, es una de las cualidades más lindas que podes tener como persona. En serio… Nadie haría lo que estás haciendo por mí, nadie. Y eso habla de tu nobleza. Y muy pocas personas laburarían y mantendrían a su familia. Sos muy, muy noble. Sos una persona hermosa.
- Gracias.
- No tenes que agradecer, solo digo la verdad.
- Pero te agradezco por otra cosa.
- ¿Por qué?
- Te agradezco porque desde ayer que no me la paso maquinándome, o llorando por eso, porque vos estás conmigo. Me haces muy bien.
- (Sonreí tímidamente) Y vos a mí Pepe, en serio. (Él sonrió y volvimos a abrazarnos, muy sentidamente)

-

Había sido raro, muy raro, sincerarme con alguien, porque nunca lo había logrado con nadie, y porque nunca hubiese creído que lo haría con alguien que acababa de conocer.

Sí, la acababa de conocer, pero ya sentía que la conocía hacía una vida… Cada vez que la miraba a los ojos sentía mi mundo paralizarse, y su sonrisa me enamorada. ¿Muy cursi, no? Buen, no importa… Es la realidad.

Era todo muy loco… ¿Cómo me había animado a invitarla a mí casa sin ni siquiera conocerla?

- Pau…
- ¿Qué?
- Allanaron la casa del Toro.
- ¿Y? (Preguntó temerosa, nerviosa y angustiada)
- Tranquila, hay buenas noticias… (Ella suspiró) Lógicamente encontraron pruebas de lo que hacía con vos.
- Pero… ¿Lo agarraron?
- No, se escapó.
- (Golpeó con su puño la pared, con bronca… Pero al instante se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas) Era obvio.
- Tranquila… (Dije acercándome a ella y posé mi mano en su espalda)
- Pero es que él sabe cómo escaparse, y cómo hacer para que no lo agarren nunca… Y también sabe cómo no dejarme en paz, nunca. ¿Y sabes qué? Yo me la banco, no me importa, pero mi hijo no se merece esto…
- La ley, aunque vos no la quieras, está de tú lado, primero, porque encontraron pruebas, y segundo porque en estos casos de violencia de género, y más si llega a abuso y a semejante secuestro, siempre se pone del lado de la mujer.
- Pero él no es un abusador cualquiera, mato a mis viejos. ¿Lo entendes?
- Con más razón.
- ¿Con más razón qué? (Preguntó levantando su vista llorosa)
- Tienen más motivos para agarrarlo.
- No lo van a agarrar. (Dijo secando sus lágrimas con la manga del buzo que llevaba puesto, momento en el cual noté que estaba temblando)
- Te aseguro que sí... (Suspiré) Y vos tranquilizate, no te hace bien estar así, ni a vos ni a tu bebé.
- Lo sé, pero no puedo tranquilizarme. Igualmente lo que importa es él, yo nunca importé, no voy a importar ahora.
- ¿A tus viejos no les importaste?
- Sí...
- Entonces no digas así. Valorate, vales como cualquier mujer.
- No Pedro.
- Sí Pau... 
- No... Te juro que no. Lo que me hicieron hacer me desvaloriza totalmente, lo sé.
- Para mí no es así. 
- Mmm... Gracias, pero nadie puede borrar lo que hice.
- Lo que te obligaron a hacer.
- Es lo mismo.
- No Pau, no es lo mismo... (Ella suspiró y yo la abracé) Tranquila... (La abracé más fuerte y acaricié su espalda) Sh... No llores, ya se terminó.
- Y va a volver a empezar.
- No... Te lo prometo, te vamos a cuidar. La ley y yo.
- Gracias. (Sollozó escondiendo su cara en mi pecho y yo besé sentidamente su frente) En serio, gracias.
- No agradezcas. Lo hago porque lo siento.

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