Capítulo 1

Caminaba rumbo a mi estudio, muy tranquilo, con el portafolio en mano, por una de las avenidas más importantes y transitadas de la ciudad.
Mi cabeza divagaba por millones de pensamientos, sinceramente tenía varias cosas en la cabeza, pero, principalmente el tema de estar lejos de mi familia por el maldito trabajo. ¿Quién me había mandado a ser abogado? (Pregunta que nunca voy a poder responderme, porque lo que quería no logro conseguirlo) 
Encendí un cigarrillo, lo cual se me complicó debido al viento, y continúe mi camino, doble a la derecha y mis pasos siguieron por otra calle que era todo lo contrario a la anterior. Casi nadie la transitaba.
Escuché gritos, de una mujer y me di vuelta. Alguien, más precisamente un hombre la estaba maltratando.

- ¡Soltame! ¡No lo voy a hacer Toro! (Gritó, llorando, desesperada)
- Vos sos mía. ¿Lo entendes? Y vas a hacer lo que yo te diga.
- No, yo no soy de nadie. (Y esas palabras fueron suficientes para que él la agarré del cuello y la golpee contra la pared, momento en el cuál reaccioné y corrí a ellos)
- Soltala flaco.
- (Rio irónicamente) ¿Y vos quién sos para decirme lo que tengo que hacer?
- El que te va a meter en cana si no lo haces, es una mujer. ¡No podes tratarla así!
- No, ella no es una mujer.
- A ver... O la soltas o llamo a la cana, es muy simple. Soy abogado, créeme que sé cómo hacer para que pases una temporada adentro.
- ¿En carácter de?
- De que estás maltratando a una mujer.
- Gracias, pero no hace falta. Andate. (Suplicó aquella chica, quién por primera vez me miró a los ojos)
- No, el que se va es él. (Dije ya enojado, demasiado enojado)
- No flaco, el que se vas sos vos.
- No tengo problema en llamar eh... (Agarré mi celular y marqué el 911) Te vas o llamo, es simple.
- No me voy a ir, tengo a toda la cana comprada. Entendelo. (Y fue en ese momento en el que no pude contenerme y le pegué una trompada, lo cual generó que suelte a esa chica, y que me me devuelva el golpe, pero antes del impacto di una vuelta y lo deje en el suelo)
- Ah, me olvidé de decirte que sé mucho de artes marciales. ¿Te vas?

Y él no dijo más nada, tan solo se fue. Yo corrí a la rubia, quien se encontraba sentada contra la pared de un edificio, llorando y abrazando sus piernas. 
Yo le ofrecí mi mano para ayudarla a que se ponga de pie, pero ella negó con su cabeza.

- ¿Qué pasa? ¿Quién era?
- Nadie, no importa... Gracias, en serio, pero dejame sola.
- Si te dejo sola va a volver, y no lo voy a hacer.
- Pero te estaba tratando mal.
- Pero él hace conmigo lo que quiere. Y es así, y siempre lo va a ser.
- ¿Quién es? ¿Y cómo te llamas?
- Paula... Y él es mi dueño.
- Pedro…  Dame la mano, dale... (Volví a extenderla y ella la tomó, apoyándose sobre ella para poder levantarse)
- No creo que quieras saber de mí, en serio... Muchas gracias, pero dejame sola.
- No te voy a dejar sola, al menos dejame que te acompañe a tú casa.
- Es que... (Suspiró) Yo vivía con él.
- ¿Es tu marido?
- No, yo no tengo familia.
- ¿Y entonces quién es?
- Mi dueño, ya te lo dije. (Y secó sus lágrimas, con bronca)
- Pero... No entiendo.
- ¿Qué no entendes? ¿No ves cómo estoy vestida? (Y por primera vez le presté atención a su aspecto, era algo atípico, y más para esa hora del día) Soy una puta. ¿No te das cuenta? Y él es mi dueño, hace conmigo lo que quiere... (Respiró profundo)
- ¿Y qué es lo que no vas a hacer?
- No, basta. Dejame.
- Hey, quiero ayudarte. No solo estudié abogacía para llenarme los bolsillos, lo hice porque me gusta ayudar, y quiero ayudarte.
- ¿En serio ayudarías a una prostituta?
- No te hace más ni menos que nadie Paula. Obvio que te ayudaría.
- Pero...
- Pero nada, veni conmigo. Dale.
- Mmm... Bueno, está bien. (Respondió dubitativa)

Comenzamos a caminar, uno al lado del otro, tranquilos, con pasos pausados, ella estaba demasiado nerviosa y no quería alterarla más con un paso apresurado.

Moría por abrazarla, por contenerla... Había algo en sus ojos que me atrapaba.

- ¿Queres bañarte así te tranquilizas?
- Mmm.... ¿No te jode?
- No, sino no te lo estaría ofreciendo. Tenes toallas ahí.
- Es que me siento una invasora.
- Hey, tranquila. De verdad…
- ¿Vos vivís solo? Porque en serio que no quiero molestar.
- Solo, mi familia vive lejos de acá. Anda, bañate, relajate… Yo te espero con algo para desayunar. ¿Queres?
- Mmm… Si no es molestia.
- Te dije que no, dale. (Y me animé a acercarme a ella, y sequé con mis dedos pulgares sus lágrimas, las cuales no cesaban) Tranquila.
- Gracias, en serio.
- Sh, anda, dale. Mira, caminas derecho por el pasillo, y la última puerta es el baño.

Ella tan solo me sonrió (Sonrisa que me derritió, ya que nunca antes lo había hecho ante mí) y dio media vuelta para irse. Yo no pude dejar de mirarla, ni medio segundo. ¿Qué te pasa Pedro?
Suspiré y me quedé tildado, mirando la puerta que ella acababa de cerrar… Pero rápidamente salí de mis pensamientos, que más que pensamientos eran delirios y me dirigí a la cocina, preparé café y tostadas, deje todo arriba de la mesa y me senté… Busqué mi celular y le avisé a mi socio que no podría ir a trabajar. Excusa: Dolor de cabeza y mareos. En fin, no me pediría certificado médico, asique fue.

- ¿Puedo sentarme?
- Obvio… Ponete cómoda.
- Gracias, y perdón por vestirme así, pero no tengo otra cosa. (Suspiró)
- Después podes irte a comprar, y si no tenes plata yo te presto… Salvo que quieras volver con ese tipo. No sé, es tú decisión.
- Cualquier cosa menos volver a eso, y no te preocupes, yo tengo un par de ahorros.
- Mmm… Mira, yo sé que nos conocemos hace muy poco tiempo, ni siquiera un par de horas, pero si queres yo puedo ayudarte, y de verdad, sé cómo hacerlo y tengo los medios para hacerlo, pero para eso tenes que confiar en mí, y necesitaría saber todo.
- Es que… De verdad que no quiero ser una molestia para vos.
- Sí lo fueras nunca me hubiese acercado a ayudarte. En serio, podes confiar en mí, y estoy dispuesto a ayudarte.
- Me da mucha vergüenza.
- Mira, para que te des una idea, me ha tocado defender a asesinos… En serio te lo digo, vos no cometiste ningún delito, y además, estoy seguro de que todo debe tener una explicación. Igualmente, si no confías en mí te voy a entender, solo te digo que no tengas vergüenza conmigo.
- Primero… ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Sí, obvio.
- ¿Vos ibas a trabajar, no?
- Sí.
- ¿Y qué haces acá conmigo?
- Digamos que algo me dijo que tenía que ayudarte, y, además, hoy no tenía nada importante para hacer en el estudio, no va a pasar nada porque falte.
- Pero, vos no me conoces, y estás haciendo mucho por mí, que soy una prostituta.
- Estoy haciendo esto por vos, que sos una mujer, una mujer y punto.
- No Pedro…
- Sí Paula, no te maquines con eso. Y de verdad que quiero ayudarte. ¿No me queres contar un poco tu historia?
- ¿No me vas a juzgar?
- Creo que si lo hubiese hecho no estaríamos acá. ¿No? (Ella rio, y yo sonreí) Sos muy linda.
- Gracias, pero… (Suspiró) No te voy a pagar así eh. No quiero más esto para mi vida.
- Hey… (Tomé su mano y el contacto de mi piel con la suya logró paralizarme, y no pude despegar mi mano de la de ella, era cómo… Adictivo) No lo dije con esa intención, te lo dije porque sos muy linda, de verdad… Y porque te reíste, y me pareciste más linda. (Ella sonrió, y sus mejillas se pusieron coloradas. Sonreí ante su reacción) Perdón si te molestó.
- No, perdóname vos a mí, estoy muy a la defensiva.
- Es entendible, ya pasó.
- Gracias.

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Nuevo comienzo, veremos que sale... 

- Quienes quieran que les pase a novela, avisen que los sumo a la lista ;)