miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 30

Me había dormido con ella sobre mi pecho, pero de repente no la sentí más. (Bah, de repente, en el momento en el que me desperté)

- (Di media vuelta para quedar más cerca de ella, quien me daba la espalda) Pau... (Susurré)
- ¿Te desperté? Perdón.
- No… (Posé mi mano en su espalda) Me desperté porque no te sentí más cerca.
- (Sonrió, y lo noté) Es que me corrí para no despertarte, pero no funcionó.
- No importa. (Besé su hombro) ¿No podes dormir?
- Mmm… No.
- (Me acomodé, abrazándola por la espalda) Sigo teniendo muchos besos para darte… (Dije y besé reiteradas veces su cuello, ella suspiró y cerró sus ojos)
- Vos en un par de horas tenes que ir a trabajar.
- Es más divertido llenarte de besos que dormir.
- No quiero ser la responsable de tus ojeras.
- Ya lo fuiste, y que lo seas una vez más no sería nada.
- ¿Ya lo fui? (Preguntó curiosa, dándose vuelta, para poder mirarme)
- Sí… (Besé sus labios)
- ¿Cuándo?
- Todas las noches, cuando sabía que estabas a diez pasos de mí y no podía ir a hacer esto… (Volví a besarla y sonrío) Y mañana, si queres, puedo hacerme el enfermo y me quedo acá con vos, todo el día.
- ¿Otra vez?
- No lo hago desde que nos conocimos, dale. Trabajo acá, con la compu, vos cebas mates…
- Mmm… Sos medio chanta me parece. (Dijo riendo)
- ¿Chanta? ¿Yo? (Pregunté haciendo que quede sobre mí, abrazándola por la cintura, dejándola sin escape)
- Sí, vos.
- Ah, no… Esta no te va a salir gratis eh.
- ¿Me la vas a cobrar?
- Sí… Y muy cara.
- Y, mira… Lo único que puedo ofrecerte es pago en especias.
- Me interesa. ¿Cómo sería eso?
- Así… (Dijo comenzando a besar toda mi cara, yo sonreí y cerré mis ojos, sentí sus besos en mis parpados y volví a sonreír. Sus labios bajaron hasta mi boca y se quedaron allí, mi mano derecha se deslizó por su espalda, hasta llegar a su nuca y posarla allí, intensificando aún más aquel beso)
- No quiero sonar a un chamuyero, pero te juro que tus besos son los más lindos de todos.
- (Mordió su labio inferior y rio) Capaz porque es la primera vez que beso a alguien con amor. (Sonreí y la besé) Gracias Pepe. (Me besó y se acomodó sobre mi pecho, acarició mi mejilla y yo besé su frente, acomodé mis brazos rodeando su cuerpo y suspiré)
- ¿Ahora sí tenes sueño?
- Mmm… No, solo que me siento protegida así.
- Entonces podes pasarte la vida acá.
- Sos muy lindo. ¿Sabías?
- No, pero si vos decís… (Reímos)
- Y que tus brazos me hacen sentir bien y hacen que se me vaya el miedo. ¿También lo sabías?
- (La abracé más fuerte) Te quiero mucho hermosa.
- Yo también Pepe… (Besó mi cuello y apoyé mi mentón en su cabeza)
- Descansa que te va hacer bien.
- Vos me haces bien.
- Y vos a mí Pau.

-

Me desperté, varias horas después, y seguía allí, en sus brazos.

- Buen día. (Dijo sin dejar de desenredar mi pelo)
- Buen día. (Respondí acomodándome sobre él, tapándome con las mantas)
- ¿Tenes frío?
- Sí. (Él acomodó las mantas y me tapó)
- Gracias. (Hice una pausa) ¿No vas a ir a trabajar?
- Ya te había dicho que no.
- Sos tremendo eh. (Reímos)
- Nos vamos a quedar acá, todo el día.
- Me encanta… (Volví a cerrar mis ojos) ¿Qué hora es?
- Las doce…
- ¿Podríamos almorzar, no?

Habíamos terminado de almorzar, y él no dejaba de besarme.

- Pepe, para un poco. Ya te estás zarpando en serio.
- Solo te estoy dando besos. ¿Está mal? Me quede para eso eh.
- Pero para, porque te dije que quiero que vayamos despacio.
- Solo te estoy besando. (Respondió enojado, soltándome bruscamente)
- (Suspiré) Ayer me dijiste que me entendías.
- Sí que te entiendo, lo que no entiendo es por qué no puedo besarte.
- Porque… (Me dejé caer en el sillón, intentando no gritarle) Me estás haciendo sentir una cosa horrible, y te juro que me hace mal.
- Ayer me dijiste que te gustaban, porque eran besos con amor.
- Ya lo sé. (Volví a suspirar y sequé las lágrimas que comenzaban a brotar por mis ojos) Pero… ¿Te das cuenta que lo único que haces es estar encima mío? (Hice una pausa) No es tú culpa, es mía, pero me siento así, y no me gusta. Te dije que no era una mina fácil, y que no la ibas a pasar bien conmigo… Sabes que no estoy bien, y que hasta hacía dos meses estaba siendo abusada, te juro que lo intento, intento borrar todo eso, pero ¡No puedo!
- No podes porque sos una histérica nena.
- ¡No Pedro! (Le grité ya enojada) ¿Vos sabes lo que es que te manoseen y te cojan cuando sos una nena? ¡No, no tenes ni idea! ¿Vos sabes lo que es que te abusen durante diez años viejos que no conoces? ¿Tenes idea de lo que es eso? ¡No! Entonces callate. (Respondí a los gritos, llorando, llena de dolor e hice una pausa, solo para tomar aire) Era una cosa, una cosa con la que se excitaba, cogían y se iban, y siendo una nena. No tenes ni la menor idea de todo lo que pasé, pero ni la menor idea. (Sequé mis lágrimas, con mis manos temblorosas, al igual que el resto de mi cuerpo) No quiero volver a eso, y que estés tan encima mío me remite a toda esa mierda. Y sí, puede ser que sea histérica, pero… ¿Sabes por qué soy así? Porque soy una cagona, que no sabe enfrentarse a nada, ni siquiera a lo que le pasa. (Y me levanté de aquel sillón, llena de odio y sin dejarlo ni reaccionar me encerré en mi cuarto, dando un portazo)

Lloraba, sin parar, desgarradamente.

Intenté desquitar lo que me pasaba desarmando la cama, haciéndola un desastre. Terminé sentada en un rincón de la habitación, abrazando mis rodillas, con mi cabeza escondida en ellas.

¿Por qué me había tocado toda esa mierda? ¿Por qué?

- Pau… (Dijo sereno, arrodillándose frente a mí)
- Dejame sola Pedro.
- No Pau.
- Sí Pedro, me dejas sola. (Se acercó a mí y yo me corrí) ¡Sola! Como debería estarlo de acá hasta que me muera.
- ¿Por qué no te tranquilizas un poco?
- Porque no puedo, porque no quiero.
- Pau… En serio.
- ¡Andate Pedro! (Grité, con las pocas fuerzas que me quedaban) Por favor… (Supliqué, él asintió con su cabeza y se fue)

No podía, ni conmigo, ni con el mundo… ¡Ni con nadie! Nunca iba a poder borrar toda esa mierda, siempre iba a ser una parte de mí, ya estaba marcada, a fuego, estaba quemada.

¿Cómo iba a poder entregarme a un hombre siendo mujer y no un objeto?

Me duele no poder ser una chica normal, o una mujer normal, me duele no poder amar, me duele no saber disfrutar de un hombre, de un beso o una caricia.
Me duele mi vida, me duele el cuerpo y el alma. Él me lastimó, y creo que esa herida nunca va a sanar.

¿Era posible hacer borrón y cuenta nueva después de todo eso?

¿Sí?

¿No?

¿Cómo?

martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 29

- ¿Preparo algo para cenar?
- Traje una pizza, la calentamos y listo. Me dijiste tantas cosas lindas por teléfono que no quería que pierdas tiempo en la cocina.
- (Sonreí) Me da mucha vergüenza. (Dije riendo y él también rio)
- Te juro que me encantas. (Me tomó por la cintura y me acorraló contra la pared) Y no te das una idea de cuánto. (Me besó)
- ¿Te encanta que tenga vergüenza? (Pregunté riendo)
- Me encantas así, toda vos, toda, toda, toda. (Volvió a besarme y yo rodee su cuello con mis brazos) Todavía no te llene de besos…
- ¿No estás en eso? (Pregunté rosando mi nariz con la suya)
- Mmm… No, esto es solo un adelanto. (Sonreímos y volvimos a besarnos) ¿Queres que calentemos a pizza y nos vamos a la cama?
- ¿De nuevo?
- No te vas a escapar más de mí, anda sabiéndolo.
- (Suspiré) Me da un poco de miedo ir tan rápido…
- (Negó con su cabeza) Solo son besos, mimos, y un par de abrazos para dormir.
- Por eso Pepe.
- Mmm… No te entiendo, anoche dormimos juntos, y si vivimos juntos, no sé cuál sería el problema de que durmamos juntos.
- Ese es el problema. (Me separé un poco de él, algo confundida) No quiero parecer una histérica, pero me da un poco de miedo… Me da miedo haberte extrañado tanto hoy. (Y le di la espalda, intentando ordenar un poco lo que pensaba en aquel entonces)
- Hey. ¿Por qué? (Preguntó posando su mano en mi espalda)
- Porque tengo miedo de ilusionarme, y de que vos te ilusiones, y de después arruinarlo todo.
- (Apoyó su mentón en mi hombro y rodeó mi cintura con sus brazos) No pienses así Pau.
- Es que… No puedo pensar de otro modo.
- Dejate llevar, si me extrañaste es por algo, ahora disfruta que estamos juntos.
- ¿Cómo? Me da miedo, vergüenza.
- Dejándote llevar por lo que sentís… Disfruta del ahora, no pienses en el futuro. ¿Qué queres hacer ahora?
- Estar con vos.
- Entonces hacelo. Dale… ¿Aceptas mi plan?
- Mmm… Bueno.
- ¡Sí! (Yo reí y él besó mi mejilla)
- Perdón si soy muy insoportable.
- (Rio) Digamos que te entiendo un poco, y sé que inevitablemente todo lo que tuviste que vivir repercutió en tú salud psicológica.
- ¿Qué queres decir? ¿Qué estoy loca? (Pregunté riendo)
- Un poquito. (Volvimos a reír)

Estábamos los dos en su habitación, cenando en la cama.

- ¿Cómo anda tú hermano Pepe?
- Bien, como siempre…
- Eso es bueno.
- Sí, creo.
- ¿Por qué crees?
- No, no sé… Nada en realidad.
- ¿Seguro qué nada?
- Sí, en serio.
- Mmm….
- Mmm… ¿Qué? (Preguntó riendo)
- Que no te creo.
- Te estoy hablando en serio tonta.
- Bueno, está bien. (Volvimos a reír, dejé la servilleta sobre la bandeja, y me dejé caer en la cama)
- ¿Cansada?
- No, fiaca…
- Podemos hacer fiaca juntos.
- Primero… ¿Puedo preguntarte algo?
- Obvio.
- ¿Sabes algo más del toro? (Pregunté haciéndome un bollito) Y decime la verdad, por favor.
- Nada.
- ¿No me mentís? ¿No hay ninguna novedad?
- No…
- Pedro, me estás mintiendo, sí respondes cortante es porque algo me escondes.
- No quiero que te pongas mal… (Respondió y corrió la bandeja de arriba de la cama)
- Decimelo, aunque me duela.
- (Se acostó frente a mí y acomodó el pelo detrás de mí oreja) No hace falta.
- Pedro, por favor. (Supliqué, ya nerviosa)
- Mandó una amenaza, pero yo te voy a cuidar… Te lo prometo.
- ¿Qué decía? (Pregunté asustada)
- No importa.
- ¡Sí que importa Pedro!
- Que iba a volver a secuestrarte.

El pánico me invadió de repente, y empecé a temblar. Mis ojos de llenaron de lágrimas, y de repente, mi mundo volvió a oscurecerse.

Me sentí otra vez indefensa y vulnerable, ante todo y todos.

- Pau… (Tomó mis manos) ¿Me escuchas?
- Tengo miedo Pedro, no lo soportaría otra vez.
- No vas a tener que soportarlo.
- Lo va a lograr, soy indefensa ante él, y si es lo que quiere lograr, lo va a hacer. Lo conozco.
- No estoy pintado yo eh.
- (Reí, sin ganas) Pero… Si lo quiere, lo va a lograr. (Suspiré) No es que no confíe en vos, es que ya lo hizo. ¿Entendes? ¡Ya me robó a mi hijo! (Dije llena de bronca y dolor) No hay argumentos válidos que me convenzan de que no va a poder volver a secuestrarme.
- Ay… Hermosa, veni. (Me dijo mientras me abrazaba, yo me refugié en él como si fuera una nena de cinco años que acababa de caerse una hamaca. Mi cara se escondía en su pecho, empapando su remera con mis lágrimas, y sus brazos me rodeaban, con el afán de protegerme)
- Me muero de miedo. (Dije en medio de sollozos, casi sin voz de tanto llorar)
- Tranquila… (Sentí que acarició mi espalda y besó mi cabeza) ¿De qué te sirve ponerte así?
- No sé, pero no puedo controlarlo.
- Podemos pedir que tengas custodia policial, vos no salís de acá, asique puede estar del otro lado de la puerta, o adentro. O como quieras.
- Tendría que ser al revés, parezco yo la que hizo algo mal y tiene que vivir encerrada.
- Lo sé hermosa, lo sé. (Suspiró) Te juro que estoy haciendo todo lo que está a mi alcance para que esto se termine cuanto antes.
- Lo sé, y te lo agradezco muchísimo.
- (Hizo que me separé un poco de él y secó suavemente mis lágrimas) No llores… No te sirve de nada. (Me besó) Quería que pasemos una linda noche…
- ¿Ves? Lo arruino todo. (Dije con bronca, bajando la mirada)
- (Me tomó por el mentón para que lo miré) No quise decir eso Pau… Solo dije que quiero que pasemos un lindo rato, y que vos dejes de llorar, porque no me gusta verte así. (Besó mi frente)
- ¿Y cómo me olvido de que va a venir a buscarme?
- Eso no va a pasar.
- Si va a pasar…. (Suspiré y de golpe me senté en la cama, abrazando mis rodillas, él se sentó frente a mí y posó su mano sobre las mías, las cuales abrazaban mis rodillas)
- Tengo muchos besos para darte… Si dejas de llorar.
- Entonces dáselos a otra. (Respondí desganada)
- No quiero, quiero dártelos a vos.
- ¿Entendes que me muero de miedo? ¿Entendes que va a volver a abusarme? ¿A maltratarme? ¿Lo entendes?
- ¿Y vos no entendes que llorar no te sirve de nada?
- No, no lo entiendo.
- Pau…
- No, no puedo entenderlo. Y no puedo hacer otra cosa que no sea llorar. (Apoyé mi frente en mis rodillas) Necesito dejar de respirar, para dejar de sufrir. Es lo único que solucionaría todo.
- (Sentí su mano en mi nuca, haciéndome una especie de masajes) Hay otra salida, quizás sea más larga y dolorosa, pero con un lindo final. Te lo prometo. (Y me abrazó, otra vez, haciendo que me recueste sobre su pecho) No estás sola, y nunca más vas a estarlo.
- Te quiero muchísimo, gracias.
- Yo también te quiero muchísimo hermosa. (Besó sentidamente mi frente)

lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 28

Ambos acostados en la cama… (Su cama), con nuestro torso en el colchón y nuestras piernas en el escritorio de enfrente. Es decir, estábamos a lo ancho de la cama, no a lo largo.

- Necesito que dejes que te quiera… Por favor.
- (Suspiró) Tengo miedo.
- ¿Miedo de qué?
- De lastimarte.
- Créeme que nunca podrías hacerlo, sos muy pura. Nunca podrías hacerle mal a nadie.
- Lo mataron a mi hijo por mi culpa… ¿Le podía hacer algo peor? (Preguntó con su voz quebrada)
- No fue tú culpa hermosa… No te atormentes con eso. (Busqué su mano y entrelacé mis dedos con los suyos) ¿Me dejas entonces?
- Si vos te atreves…
- Por vos, a lo que sea… (Susurré en su oído y ella sonrió, posó su cabeza en mi hombro y yo besé su frente) No me olvido de que vos necesitas dormir.
- No, ahora que me endulzaste no te vayas.
- Me puedo quedar con vos… Si queres…
- Mmm…
- Me voy a quedar. (Reímos) O podemos ir a mi habitación, vamos a estar más cómodos… (Me levanté, con cuidado y le di la mano para que ella también lo haga) Dale que así de pachuchita me dan ganas de llenarte de mimos.

Ella sonrió y se levantó, fuimos hasta mi cuarto, y nos metimos en la cama, hacía bastante frío.

Estábamos a oscuras, y ella estaba acostada, dándome la espalda.

- Che, no muerdo eh. (Dije abrazándola por su cintura, ella rio) ¿Puedo?
- Mmm… Sí.
- (Besé su nuca y la abracé más fuerte) Me encanta que te dejes cuidar un poquito.
- Es que siento que no te lo puedo retribuir, y me da un poquito de culpa. Por eso me niego…
- Ay, sos tan linda. Vos también me haces bien, lo sabes… Ya te lo dije, pero desde que llegaste a mi vida me estás haciendo cambiar, gracias a muchas cosas que me dijiste estoy aprendiendo a disfrutar del día a día, y dejar de pensar en el futuro, el cual me da pánico.
- ¿Me lo decís de verdad?
- Creo que nunca te mentí.
- (Tomó mi mano) Entonces me encanta saberlo…
- Y a mí me encantas vos… (Besé su mejilla) Descansa hermosa.
- Vos también Pepe…

Y así, abrazados y en medio de algunos mimos nos quedamos dormidos.

Creo que el primer paso estaba dado… Necesitaba quererla.

-

Me sentía rara, pero bien. Muy bien. El contacto de mi piel con la suya lograba hacerme sentir bien, lograba sanarme, al menos un poco.
Su mano rodeando mi cintura me hacía sentir protegida, cuidada, y hasta incluso, querida. (Y era demasiado lindo sentirse así, ya no me acordaba ni como era eso de que alguien te quiere y te cuide)

Me desperté y me asusté al no sentirlo más a mi lado, hasta que caí en la realidad, se había ido a trabajar.

Yo suspiré, con una sonrisa y di media vuelta en la cama, para apoyar mi cabeza en su almohada e inhalar hondo, llenándome de su aroma.

¿Era la misma que hasta hacía menos de doce horas se moría de miedo?

Un rato más tarde, me levanté y me dirigí a bañarme…

El teléfono sonó, y corrí a atenderlo, envuelta en una toalla.

- Hola. (Dije)
- Hola hermosa… (Sonreí al escuchar su voz, y me sentí una verdadera idiota) ¿Te desperté?
- No, me sacaste de la ducha. (Dije riendo)
- Uy, perdón.
- No, valió la pena si fue para escucharte. (Más idiota aún)
- No vale que me digas eso y yo te tenga lejos. ¿Sabes?
- No sé qué me pasa, pero te extraño. Y te quiero acá conmigo otra vez.
- Prometo salir lo más temprano que pueda para ir a llenarte de besos.

Ya había almorzado, y aún no lograba entenderme, asique decidí tomar una lapicera y un pedazo de papel para escribir, para escribirle.

‘Pepe, no sé qué hago escribiéndote, tampoco sé lo que siento, y tampoco sé escribir perfectamente, asique perdón si hay cosas mal escritas, pero hace muchísimo que no escribo algo.
Antes que nada, quiero decirte que me siento una idiota, y mi pregunta es: ¿El amor te pone un poco idiota? No sé qué siento por vos, solo sé que me encanta sentirte cerca, que el contacto con tú piel me estremece, que tus labios saben demasiado bien… Que tus abrazos me protegen de todo el mal, y que sentir tu respiración chocando contra mi nuca como anoche me dieron ganas de sentirte así de cerca de acá a la eternidad.
¿Qué me pasa? No lo sé.
El miedo aparece y desaparece. Tengo miedo, por vos y por mí. Tengo miedo porque hace demasiado tiempo que no pasa algo lindo en mi vida, y si esto pasa desaparece, y tengo miedo que pase lo mismo con este algo que creo que tenemos.
Me da pánico,  me da terror la idea de poder llegar a lastimarte, porque sos quien menos se lo merece… Porque me salvaste del infierno, y porque logré llegar a vos y sos lo más puro que conocí en el mundo. Me hiciste bien desde el primer momento, me hiciste sentir protegida desde el primer momento… Y no te lo merecerías. (Y quizás por eso reaccione como una nena)

Perdón si soy muy histérica o infantil, es que tampoco sé cómo reaccionar… Porque no lo sé, y porque no quiero hacer nada que te haga mal.
¿Sinceramente? Creo que no sé nada, o quizás algo sí… Solo tengo la certeza de una cosa: De que te quiero, y de que me gusta que me quieras…’

Dejé esa especie de carta en su mesita de luz y me dirigí a la cocina, a preparar una torta…

Cuando él llegó, yo estaba en el baño, me apuré a salir y cuando lo vi lo encontré leyendo aquella carta. La vergüenza me invadió, y quise salir corriendo, pero él se apuró a buscarme y me tomó de la mano, sin dejar de leer…

- Puedo ayudarte a encontrar todas las certezas que te faltan, si vos queres…
- Por favor. (Supliqué y él sonrió) Yo también te quiero, y me encanta que vos me quieras a mí. (Y ahora la que sonrío fui yo)


Y casi sin darme cuenta cuando pasó, mis labios estaban unidos a los de él. (Y así lo estuvieron, por un largo rato)

- No sabes lo lindo que se siente que me besen así…
- ¿Así cómo? (Preguntó curioso)
- Con suavidad… Con… ¿Amor? (Sonreímos) De verdad… No sabía lo que era esto, no sabía lo que era dar un beso, sentirlo, disfrutarlo. Gracias.
- No tenes nada que agradecerme, y puedo darte todos los besos que quieras.
- Por favor… (Supliqué y volvimos a besarnos) Hice una torta… (Dije entre besos) ¿Queres 
que merendemos?
- Mmm… Tus besos me tientan más.
- (Reí) Pero nada impide que dejemos de besarnos, se va a enfriar si no.
- Solo porque la hiciste vos. (Sonreí) Me cambio y voy para el living.
- Te espero con la torta y un par de cafés.
- Dale… (Nos dimos un último beso y me dirigí a la cocina)

Lo esperé tal y como le había dicho, merendamos y él puso la tele, pero, sinceramente lo único que quería era sentirlo cerca… ¡Y estaba sentado en otro sillón!

- No me gusta esto.
- ¿Qué cosa? ¿La tele? Cambiamos.
- (Reí) No, esto de que vos estés allá y yo acá. (Él sonrió y me besó) Me siento una nena, te juro.
- Una nena hermosa. (Volvió a besarme)

---------------

Bueno, a ver... necesito decir un par de cosas, anoche varios me lo dijeron y yo lo sé, soy consciente de que la novela es casi idéntica a la anterior, pero me volví a encerrar otra vez en el mismo círculo y me está costando salir, es como que no sé 'para donde disparar', sinceramente tengo varios capítulos escritos, que ya los tengo, y van a quedar así, pero voy a intentar darle ese giro que necesito, porque ya me aburre escribirlo, y supongo que a los que leyeron la novela anterior también se les debe hacer aburrido leerlo... No sé, necesitaba decirlo, no me molesta que me lo digan, y mientras lo hagan con respeto tomo cualquier opinión, pero tenía la necesidad de que sepan que no estoy demasiado conforme con lo que estoy haciendo,  y que voy a intentar de a poco, si poder estarlo.

domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 27

- ¿Queres que te acompañe?
- No, gracias. Necesito hacerlo sola.
- ¿Segura?
- Sí.
- Bueno, te espero acá.
- Gracias. (Solté su mano, ya que estaba unida a la mía y comencé a caminar, algo inestable hacia el interior del cementerio, después de dejar mis datos en la recepción me indicaron como llegar)

Cada paso que hacía era más tembloroso que el anterior, y desde que dije ‘Gracias’ en la recepción que las lágrimas ya eran incontrolables…

Cuando llegué me dejé caer con mis rodillas frente a ellos, llorando, llorando con lágrimas que nacían de lo más profundo de mí, lágrimas que eran el resultado de tantos años de dolor, y de culpa.

- Perdón, perdón por no haber podido hacer nada para que ustedes no estén acá, perdón por nunca haber podido escapar, por ser esta mierda que soy, por no ser nada. Perdón, perdón, perdón. (Sequé mis lágrimas) Lo único que espero es que mi bebé esté con ustedes, cuídenlo, por favor… (Suspiré) Sé que no estoy en condiciones de pedirles algo, pero se los ruego… Al fin y al cabo estoy segura que está mejor allá con ustedes, que acá conmigo.

Y en ese momento vi como mis manos temblaban, y de repente no vi más nada.

Me desperté en un hospital. ¿Otra vez?

-

Pau estaba tardando demasiado, asique decidí entrar a buscarla. Y menos mal que lo hice, estaba convulsionando otra vez. Tirada en el suelo, temblando pero tensa, con sus ojos cerrados.

Un poco más tranquilo que la primera vez, pero nervioso, la tomé en brazos y corriendo la llevé a mi auto, obvio que hicieron muchas preguntas, la gente que pasaba, pero no respondí ninguna.

La acomodé en el asiento trasero del auto, y ella ya estaba conciente.

- Tranquila… (Dije abriéndole su camperita, ya que estaba toda transpirada)
- ¿Qué me pasó? (Balbuceó)
- Volviste a convulsionar, te estoy llevando al médico. Tranquila. ¿Sí? (Besé su mano y cerré la puerta trasera del auto, abrí la delantera y me senté para arrancar rumbo al médico)

Un par de horas después, entré a la habitación en donde ella estaba durmiendo.

Me senté a su lado y corrí el pelo de su cara.

¿Por qué te quiero así Paula?

- Pepe…
- Pau… (Susurré) Hola.
- ¿Qué pasó?
- ¿No te acordas?
- No…
- Volviste a convulsionar, en el cementerio, pero no te preocupes, ya estás bien.
- (Suspiró) Perdón.
- No me tenes que pedir perdón tonta… Ya está, ya pasó.
- Te hago pasar cosas feas.
- Hubieron cosas peores… Y que tampoco importan ahora. Vos tranquila. ¿Sí?
- Sí me lo decís es porque sí importan.
- No, perdón… No tendría que haber dicho nada.
- Pero lo dijiste.
- No es lugar para hablarlo, además, en un rato te dan el alta.
- Dejame sola entonces.
- ¿Por qué?
- Porque te hace mal estar conmigo.
- Me parece que es completamente lo contrario.
- No Pepe….
- Sí Pau, y eso tampoco lo vamos a discutir. Vos tenes que estar tranquila.
- No puedo estarlo sabiendo que te hago mal.
- No me haces mal, me haces muy bien.
- No Pedro.
- Paula, estamos en un hospital, no vamos a discutir acá… (Ella quiso hablar pero no la dejé) Sh…

Más tarde, ya estábamos otra vez en casa… Ella descansando en su cama, y yo revisando algunos mails del trabajo, cuando terminé con esto fui a saludar a Pau, ya que me iría a dormir. (O eso pretendía, sabía que no iba a poder escapar de terminar la charla iniciada más temprano)

- Me voy a dormir Pau… (Le dije desde la puerta, ya que ella estaba mirando tele)
- ¿Podemos hablar antes?
- ¿De qué? (Pregunté haciéndome el desentendido)
- Sabes de qué.
- No quiero Pau.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero ponerte mal a vos.
- ¿Y estar mal vos sí? Por favor, necesito que hablemos. (Me dijo mientras apagaba la tele, luego se levantó y se acercó a mí)
- Hablamos si vos te quedas en la cama.
- Ya me cansé de estar ahí.
- No me importa, vos tenes que cuidarte. Volves a la cama.
- ¿No crees que es mejor que tenga otra convulsión y no me despierte más? (Preguntó mirando al suelo, yo la tomé por su mentón e hice que me mire, con los ojos llenos de lágrimas)
- ¿Cómo vas a decir eso Pau?
- Es lo que siento, solo sirvo para hacerte pasar malos momentos, o para hacerte mal. No soy nada para nadie, ni para mí. ¿Para qué sigo viva? (Dijo llorando y yo no lo soporté, necesité abrazarla, y eso hice)
- Para estar conmigo, y hacerme bien a mí.
- No me mientas, ya sé que te hago mal.
- Me duele un poco todo lo que pasa entre nosotros, pero eso no quita que vos no me sigas haciendo bien, ni borra todo lo que me hiciste reflexionar y cambiar respecto a mi hermano, ni cambia que pienso seguir intentando enamorarte.
- No te gastes en eso, por favor. Olvidate de mí, va a ser lo mejor.
- Nunca podría hacerlo, ni voy a hacerlo.
- Vos te mereces una mujer, no esto que soy yo.

Yo me separé un poco de ella, lo suficiente para tan solo poder mirarla a los ojos. Mi frente estaba pegada a la suya, y nuestras narices se rosaban.

- No me gusta que pienses así, ni tampoco me gusta ver tanta tristeza en tus ojitos.
- ¿Y qué queres? ¿Qué esté feliz? (Preguntó con un hilo de voz)
- No, quiero que te dejes ayudar, un poquito.
- Y yo quiero que te des cuenta que es en vano todo lo que hagas, porque ya soy así, y te mereces otra cosa vos.
- Yo decido que me merezco y que no… Y te quiero a vos.
- Te voy a lastimar Pedro.
- Dejame que me dé la cabeza contra la pared entonces, o sino, dejame que te demuestre que si le haces bien a alguien, o sea, a mí.
- Va a pasar lo primero, y no quiero.

Yo cerré mis ojos y me acerqué aún más a ella, necesitaba volver a besarla.

- Por favor Pepe, no.
- No me vas a convencer de que no lo haga. (Dije aferrándola a mí, por su cintura) Y tampoco vas a poder escaparte.
- ¿Por qué haces esto?
- Porque te quiero.

Y uní mis labios a los suyos, ella al principio se resistió, pero luego siguió aquel beso a la perfección.

- Yo también te quiero…

sábado, 27 de julio de 2013

Capítulo 26

Me desperté al día siguiente confundida. Muy.

Recordaba la noche anterior y me estremecía, sonreía, reía… (Y me sentía demasiado idiota al hacerlo) Pero después me acordaba del final y me daba cuenta de cómo lo había arruinado todo.
Y me dolía que haya sido así, porque los dos esperamos y deseamos mucho ese beso como para que termine así, con mi angustia y yo…. Con mis lágrimas y él abrazándome.

Otra vez las lágrimas brotaron por mis ojos… No me sentía capaz de nada, y sentía que así iba a hacerle mal, y era lo que menos quería.

Yo le había pedido por favor que no juegue conmigo, pero ahora temía que mi confusión me lleve a jugar con él, lo cual claramente no se merecería.

Hice que las mantas me cubrieran por completo… (Como si estás me protegieran) y allí lloré, por un largo rato.

Me sentía ahogada por algo que no entendía, y de algún modo necesitaba descargarlo.

Escuché que Pedro se levantó, asique hice todo lo posible por tranquilizarme y hacerme la dormida.

Sentí que entró al cuarto, pero por más que hice todo lo posible por no llorar (Para lo cual casi no respiraba) no fue suficiente. Se sentó a mi lado y con cuidado destapó mi cara.

- Mmm… Me parece que así las cosas no van.
- (Me di vuelta para darle la espalda) Dejame sola, por favor.
- Sabes que no voy a dejarte.
- Dejame, es por tú bien.
- No te entiendo… Y por favor, mirame.

Volví a acomodarme como estaba antes, desganada y lo miré.

- No puedo con esto, no puedo. ¿Te das cuenta que anoche lo arruiné todo? (Suspiré) No sé qué me pasa, ni con vos, ni con nada… Estoy en desacuerdo con la vida, enojada con la vida, llena de bronca… No puedo ni conmigo misma. ¿Entendes? Y lo que menos quiero es que esto te haga mal a vos, tengo miedo de jugar con vos sin darme cuenta. No quiero lastimarte, porque no te lo mereces, y porque sé que me queres de verdad, y tampoco me gustaría terminar de ilusionarte con algo que capaz nunca vaya a pasar. (Suspiré, otra vez, y sequé mis lágrimas) Te juro que te voy a agradecer eternamente todo lo que hiciste por nosotros, y después por mí, pero no quiero lastimarte, no lo soportaría, y esta vez sí creo que lo mejor es que me vaya. Por vos Pedro.

Las lágrimas también desbordaban sus ojos, y no había nada que me parta más el alma que eso.

- Perdón, pero es mejor que te lo diga ahora a que siga dejando pasar el tiempo.
- Acepto todo el principio, aunque me duela muchísimo… Pero no te vayas, sabes que no dejaría que lo hagas.
- Pedro, mira como lloras… No quiero seguir haciéndote mal.
- Me harías peor volviendo a la calle, a donde el Toro puede volver a raptarte.
- Pero…
- Eso sabes que no se discute, al menos mientras él siga en libertad. (Respondió levantándose, y caminando hacia la puerta)
- Perdón… (Dije ahogada en lágrimas, él tan solo me miró y se fue)

Volví a taparme por completo, esta vez, no solo a condenarme porque no entendía lo que me pasaba, sino, también por la culpa que sentía al saber que le estaba haciendo mal.

-

Me costaba entenderla… ¿No era que le había hecho bien?

Me deje caer, confundido y desbastado en el sillón, y allí me quedé, mirando fijamente el mueble de madera que estaba frente a mí, dejando en libertad algunas lágrimas. (Las que aún quedaban acumuladas)

Puede ser que en el amor esté condenado a sufrir… (Y quizás también en la vida) Pero… Siempre sentí que con ella todo iba a ser diferente. Creo que me confundí.

Y sí, me iba a doler después de esto que ella siga acá, pero no podía dejarla sola… ¡No!

Varias horas después, yo estaba en la cocina, y ella se acercó temerosa a mí. Yo ni siquiera pude dirigirle la mirada. Se acercó a la heladera, de donde sacó una milanesa que había sobrado y la puso a calentar en el microondas. (Y yo seguía muy concentrado en continuar rayando la zanahoria)

- ¿Vamos a estar así Pedro? Es horrible.
- ¡Vos estás generando esto Paula!
- ¡Y por eso quiero irme!
- (Dejé todo con bronca y me di vuelta) ¿Vos entendes que si cruzas esta puerta sin un lugar a donde ir en la primera de cambio terminas trabajando como una puta otra vez? (Le grité, enojado. Con bronca, angustia)
- ¡Sí que lo entiendo! Pero prefiero condenarme yo a esa mierda antes que saber que te estoy haciendo mal a vos Pedro. (E intentó gritar, pero el llanto le ganó y se quebró) No soporto estar haciéndote mal después de todo lo que hiciste por mí.
- Ya te lo dije, me haría peor saber que estás allá. Te quedas acá, y eso sabes que no se discute.
- ¿Así Pedro? No es sano, ni para vos ni para mí.
- Es más sano que estar con el Toro.
- Para mí no, pero para vos sí.
- Paula. ¿Vos me estás jodiendo? ¿Vos queres volver con ese tipo?
- No Pedro. Quiero que vos no sufras… (Suspiró y se reposó su espalda contra la pared) ¿Entendes que sos la única persona que me hizo bien en años y te estoy lastimando? ¡No te lo mereces!
- Y vos no te mereces condenarte a volver ahí. ¡No te vas a ir de acá!
- ¿Por qué seguís ayudándome?
- Porque te quiero, porque me importas.
- ¿A pesar de que te esté lastimando?
- Eso no cambia en nada lo que yo siento por vos, sabía que esto podía pasar. Era una opción, no así, pero sí sabía que vos podías confundirte… Pero tenía que arriesgarme, capaz que me salía bien.
- (Hizo una pausa) Pero si me quedo no podemos estar así. Quisiera poder borrar lo de anoche.
- Yo repetirlo, y quedarme a vivir en ese momento. Con vos entre mis brazos.

Y no soporté más, necesitaba abrazarla.

- Perdón Pepe, perdón, perdón, perdón. Soy una pelotuda.
- (La abracé lo más fuerte que pude) Ya pasó, ya está.
- No, no está nada.
- Sí Pau… ¿Qué podemos hacer? Solo intentar que no nos afecte…
- Pedro, ya te conozco muchísimo, no podes… (Se separó un poco de mí) ¿Me explicas que te atrae tanto de mí? Soy un asco, fui una puta y no puedo con mi vida. ¿Por qué te enganchaste conmigo? ¡Me odio por eso! (Me dijo con bronca)
- Sos hermosa, por fuera está a la vista de todos… Pero por dentro solo lo vemos unos pocos, y yo logré llegar a tú corazón, y aunque sea un mundo complicado, me atrae muchísimo. Quizás me atraiga el querer ayudarte a desenredar esa cantidad de cosas que tenes ahí.

Y ahora fue ella quien no soportó y me abrazó.

- No sé si sirve de algo, pero te quiero muchísimo Pedro.
- Yo también te quiero Pau, y me hace muy bien saberlo.
- Perdón.
- Sh…

El día pasó, y la semana siguiente también…

De a poco volvíamos a mantener la relación de antes, aunque existían palitos e indirectas… (Generalmente de mi parte)…. Los cuales no sabía si estaban bien o mal, lo único que sabía era que a pesar de que intenté de que esto se revierta, la quiero cada día más.

Me pidió que la acompañé a donde descansaban sus padres, y eso hice… Era una historia que le faltaba cerrar, y era momento de que pueda hacerlo.

viernes, 26 de julio de 2013

Capítulo 25

Sentía que mi corazón latía a una velocidad que no era normal, me sentía una nena de quince años a punto de dar su primer beso, si bien no era la primera vez que mis labios iban a unirse a otros, si sería la primera vez que lo haría porque yo quería… Iba a ser mi primer beso sentido, porque yo quería, sin resistencia. Mi primer beso de amor… ¿Amor? Bueno, verdaderamente no sé exactamente como definir qué es lo que siento por él, pero sé que algo es, y que, por cierto, es muy lindo, y me hace bien.

Sus manos se posaban en mis mejillas, firmes, en cambio, las mías (que rodeaban su cuello) estaban inestables, yo lo estaba… Me sentía… ¿Cómo definirlo? ¿Volando? ¿Flotando?

Su frente chocó con la mía, y nuestras narices se rosaron… Momento en el cual creí que mi corazón se iba a salir de un salto de mi pecho… Sentía una adrenalina que nunca antes había sentido, nervios incontrolables me recorrían el cuerpo, pero aun así, me sentía contenta… Contenta, feliz aún era un estado que no lograba reconocer. (Que no reconocía en mí hace años)

Su respiración se mezclaba con la mía, y nuestras miradas penetrantes no se desviaban, tenían un único objetivo: los ojos del otro.

- Yo te dije que un día no te ibas a escapar… (Susurró y yo sonreí)
- No sé si voy a poder…
- Sh… Vos dejate llevar.
- ¿Cómo?
- Así… (Me acercó aún más a él y cerró sus ojos, yo lo imité) Sos hermosa… Una persona hermosa…
- Vos Pepe, nadie hubiese hecho todo lo que hiciste vos por mí.
- Lo hice, y lo hago porque siento algo muy lindo cuando te tengo cerca…
- (Hice una pausa) Yo también… Te quiero mucho…
- Yo también te quiero mucho Pau…

Y en ese momento sentí rosar mis labios con los suyos, una sensación extrañísima me recorrió el interior de mi cuerpo… ¿Serían esas las famosas maripositas de las que todo el mundo habla?
No lo sé… (Y creo que tampoco me importa saberlo) Solo me importaba sentir aquello tan lindo que sentía.

Sentí sus labios haciendo presión sobre los míos, y en ese preciso momento ambos hicimos lo necesario para que nuestros labios se unieran en un beso suave, lento… Pero simplemente hermoso.

Mi cara se escondió en su hombro, muriendo de vergüenza… Riendo.

- Gracias por ser mi primer beso real. (Dije susurrando, a punto de morir de vergüenza)

Sentí sus manos acariciando mi espalda y sonreí… Mis brazos rodeaban su cuello, con fuerza. Estaba aferrada a él, y me sentía bien estándolo.

- Fue un placer hermosa… (Y besó sentidamente mi mejilla)  Y muy lindo también.

-

Y haber esperado tanto había valido la pena… Sentirla así, aferrada a mí, después de que nuestros labios habían encajado tan perfectamente, me hacía sentir muy bien.

Deje caer mi espalda contra el respaldo del sillón, sin soltarla… Ella se acomodó sobre mi pecho.
Uno de mis brazos la rodeaba por sus hombros, y mi otra mano jugaba con sus dedos. Ambos en silencio, no hacían falta las palabras.

Entrelazó mis dedos con los suyos y yo besé su frente… Sus ojos estaban cerrados, y yo pregunté:

- ¿Queres ir a dormir?
- No, me encanta estar así con vos…
- Pero tenes los ojitos cerrados… ¿Tenes sueño?
- No, solo los cierro para sentir mejor esto tan lindo que siento.
- Ay, sos tan linda. (La abracé más fuerte y ella rio)
- Me quedaría acá para siempre… Es la primera vez que me siento una mujer.
- (Sonreí) Era lo que quería que sientas… Eso es lo que sos.
- Sos tan lindo… Tan… (Besó mi pecho) Gracias.

Pasó un rato más, y ella ya bostezaba.

- Ahora sí tenes sueño…
- No…
- Si tonta, dale, anda a dormir.
- No quiero. Me quiero quedar acá con vos.
- Mmm… ¿Y si me quedo con vos hasta que te quedes dormida?
- ¿Por qué sos así de tierno?
- Porque vos te mereces toda esta ternura… (Ella sonrió y se levantó, para, otra vez y después de mucho tiempo, volver a mirarnos a los ojos) Dale… Veni. (Me levanté sin dejar de abrazarla, y ella lo hizo también. Mi brazo rodeaba sus hombros, el suyo mi cintura. Caminamos hasta su cuarto, ella con su cabeza apoyada en mi hombro) ¿Te cambias?
- Bueno. (Besé su mejilla y salí de su cuarto, porque sí, ya era suyo)

Cerré despacio la puerta y me apoyé en ella, tirando mi cabeza hacia atrás… Respirando hondo, tranquilizándome.  (Para no quedarme a dormir con ella)

Cuando ella abrió la puerta lo hizo de golpe, y me hizo perder la estabilidad. Reímos, a carcajadas.

- Sos un tarada nene. ¿Cómo vas a estar ahí?
- No sé, no me di cuenta. Y no me digas tarado eh… (Dije provocándola)
- ¿Por qué? ¿Qué puede pasarme?
- Mmm…. Muchas cosas. (Respondí arrebatándola por su cintura)
- Uy, qué miedo. (Dijo riendo)
- ¿Ahora canchereas? Hace un rato tenías miedo.
- Pero vos me hiciste sentir segura. (Respondió y sin dejarme emitir ni medio sonido ahora fue ella quien me besó, rodeando con sus brazos mi cuello) Gracias por haber vuelto a encender aunque sea un poquito mi interior.
- (Sonreí y besé su nariz) Hiciste lo mismo conmigo bonita. (Ella sonrió y volvimos a besarnos) Y dale, es hora de dormir, que vos seguís media débil todavía.
- Esto fue una inyección de energía.
- Me encanta… Pero deja de endulzarme los oídos, dale que después de la convulsión quedaste más débil… Tenes que descansar.
- Me encanta que me cuides, me haces sentir muy bien.
- Entonces acostate, dale.
- ¿Te quedas conmigo? (Preguntó con cara de perrito mojado y no me pude resistir)
- Ya te había dicho que sí. (Ella sonrió triunfante y se metió en su cama, yo me arrodillé a su lado y tomé su mano)
- Nunca entendí que somos, pero siempre me hiciste sentir bien, y hoy más que nunca.
- (Acaricié su frente) No importa que somos, solo importa esto que nos une. (Sonreímos) Dale, descansa hermosa… Ya son las dos.
- Pero no tengo sueño.
- Pero tenes que descansar, no quiero que te vuelvas a estresar y tener que volver a llevarte al hospital…
- (Bajó su vista) Perdón, pasaste muchas conmigo así…
- Solo dos, no son muchas, pero sí son situaciones muy feas, que no vale la pena que se repitan. ¿O no?
- La primera no puedo ni recordarla… (Dijo con lágrimas en sus ojos)
- No, no llores…
- (Suspiró) Hago fuerza para no llorar…
- (Presioné más su mano) No es bueno que hagas eso tampoco, porque mientras más reprimas, peor te haces… Y en serio que no quiero volver a verte así. (Y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas) Se va a pudrir en la cárcel, te lo prometí, te lo prometo.
- Eso no me va a devolver a mi bebé…
- Lo sé… Ojala pudiera hacer algo que te lo devuelva.
- ¿Me abrazas? Por favor. (Suplicó con su voz quebrada y yo la abracé)
- Tranquila… (Besé su cabeza y ella hundió aún más su cara en mi hombro)


-------------------

Se hizo esperar.. pero llegó!! jajaja

jueves, 25 de julio de 2013

Capítulo 24

Pasé mucho tiempo allí, en sus brazos… Sin dejar de llorar, ni de atormentarme con la culpa.

- Pepe… Si queres anda a ver a Nico.
- ¿Y dejarte sola? ¿Vos estás loca?
- Es tú hermano.
- Y mi hermano me dijo que tenía que cuidarte, porque vos eras muy especial… Y eso es lo que estoy haciendo.
- Si queres te acompaño.
- No Pau, hoy no voy a ir. En serio…
- Me da culpa.
- Es decisión mía… De verdad.
- Te digo en serio.
- Y yo también…  Además, me pediste que no te suelte, y si nos vamos tendría que soltarte.
- (Suspiré) No sé cómo te voy a agradecer todo esto…
- Quedándote conmigo. Simplemente…
- (Me separé, solo un poco de él, para mirarlo a los ojos) Gracias… (Susurré, en medio de lágrimas, las cuales nunca cesaban)
- (Besó sentidamente mi frente) Sh… (Y volvió a abrazarme) Intenta tranquilizarte…
- Te juro que no puedo. No sé, no dejo de pensar en lo que pasó, ni en imaginar lo distinta que hubiese sido mi vida con él.
- No te sirve de nada atormentarte con eso, solo te pone peor…
- No puedo pensar en otra cosa.
- Pau… ¿No queres hablar con alguna psicóloga? Capaz te ayude.
- Ahora no…
- ¿Más adelante?
- Puede ser… Ahora solo quiero llorar, no tengo fuerzas para otra cosa.
- Entonces llora hermosa, te va a hacer bien sacar toda la angustia afuera.

Pasó otro rato y una tormenta demasiado fuerte había cubierto el cielo. Estaba todo oscuro, se había cortado la luz y hacía muchísimo frío.

- Lo que me faltaba para no levantarme nunca más de la cama…
- Ahora vuelvo a hacerte compañía, así no voy a poder trabajar, la batería de la compu no dura nada…
- Te voy a empapar otra vez.
- (Rio) No seas tonta… (Dijo comenzando a apagar la compu y  se fue en busca de algo que nos ilumine, volvió con una linterna prendida, la cual dejó a un costado, apuntando hacia otro lado para que no nos dé en los ojos… Se acostó a mi lado y nos tapamos, él se movió y no sé si a propósito o sin querer quedó a una mínima distancia de mí) Me muero por darte un beso… (Rosó mi nariz con la suya y una sensación algo rara, pero linda, me recorrió el cuerpo, logrando tapar, al menos por unos segundos, aquella angustia infinita) Pero sé que no es el momento… (Besó mi nariz… Yo no pude responder nada, tan solo tapé mi cara con la manta. Me sentía una nena de cinco años) No te veo tonta… Que te tapes o no es lo mismo. (Yo reí) Me gusta mucho más tú risa que tus lágrimas.
- ¿Y cómo hago para dejar de llorar? Me duele el alma.
- Lo sé, y es entendible que llores… Solo te dije lo que siento.
- ¿Y qué sentís?
- Te lo acabo de decir… (Destapó mi cara) ¿Queres que vuelva a decirte que me muero de ganas de darte un beso? (Yo negué con mi cabeza) Me matas de ternura…
- (Busqué su mano y la tomé) Gracias por estar acá conmigo, y por intentar que me sienta un poco mejor, por bajarme, por pararme, por hacerme dar cuenta que digo boludeces… Por decirme cosas tan lindas…. (Suspiré) Pero me hicieron creer y sentir que no valgo nada, que no soy nada y no sirvo para nada, y la primera vez después de mucho tiempo que valí para alguien no lo pude cuidar. ¿Entendes? Me arrancó a mi hijo, de adentro mío, de mi panza… Le robó la posibilidad de nacer, crecer y vivir. Me robó la posibilidad de conocerlo, y de que él me conozca a mí… Siempre se encarga de hacerme mal, de pegarme en donde más me duele. ¿Sabes lo que es vivir con el miedo de que él se aparezca? Te juro que es constante, hasta cuando duermo. Es una pesadilla eterna, que cada vez duele más, y que no se va a terminar nunca.
- (Corrió el pelo de mi cara y secó mis lágrimas) Ya te dije, quiero ser quien te haga cambiar de parecer… Y quien te cure un poco esa herida que ahora está tan a flor de piel.
- ¿Vos te das cuenta que nos conocemos hace algunas semanas y te estás comportando como si fueras mi pareja hace años, no?
- Ya te dije que el tiempo es relativo, y esa relatividad no me importa. (Hizo una pausa) Como importarme me importa lo que siento cuando estoy con vos…  Y aunque vos no sepas que es, sé que sentís lo mismo… Y eso es lo único importante.
- Sos lo más lindo que conocí en el mundo. ¿Sabes?
- Vos hermosa… (Volvió a abrazarme y en sus brazos, de a poco me tranquilicé, o al menos deje de llorar, cosa que no había podido lograr hasta aquel momento)

Pasaron un par de semanas.

¿Cómo estaba? Era una incógnita, dependía del día, del momento, de mis ganas… Pero, sinceramente, no estaba nada bien. Aún dolía, y mucho.

-

Nico, por suerte, se había podido recuperar de la crisis y estaba nuevamente en casa.

Varias semanas habían pasado, a Pau la notaba un poco mejor… (Solo un poco)

Cada día que pasaba me convencía más y más de que la quería de verdad, de que quería ayudarla.

Estaba completamente convencido de que quería que se sienta mejor, de que quería hacerla sentir mujer, una mujer de verdad.

Luego de todo lo que había pasado no le había vuelto a proponer el trabajar conmigo, prefería que se quede en casa y que cocine, limpie o alguna de esas cosas que ella quería hacer para no sentirse que vivía de prestado.

De noche, siendo completamente sincero no soportaba más sin probar sus labios.

- Pau…
- ¿Qué? (Preguntó desde la cama, en donde se sacaba las zapatillas)
- ¿Venís?
- ¿A dónde?
- Acá, conmigo… (Dije acercándome a ella) Te tengo que decir algo, muy importante.
- ¿Qué? ¿Es bueno o malo? Si es malo no lo quiero saber. (Dijo sin mirarme, y terminando de quitarse sus zapatillas)
- Creo que bueno, o al menos para mí lo es. Dale.
- Mmm…
- (Tomé su mano) Necesito que vengas, de verdad. (Ella no respondió más nada y se levantó, para seguirme)
- Perdón, pero no estoy de ánimos…
- Pero capaz yo puedo hacer que tu ánimo cambie…
- ¿Cómo?
- Mmm… (La tomé de la mano e hice que se siente a mi lado, en el sillón) No es lo más romántico del mundo, pero digamos que yo soy así de simple, y no aguanto más… (Y noté que su mano comenzó a temblar, y morí de ternura) No tiembles hermosa…
- (Suspiró) Debo parecer una histérica… Pero… (Volvió a suspirar) No sé lo que es esto. ¿Entendes? No sé qué mierda siento por vos, solo sé que me haces bien, que te quiero… Pero no sé qué significan, por ejemplo, todos los nervios que siento ahora, porque nunca pude vivirlo.
- Y quiero que lo descubras conmigo. ¿Vos no queres? (Pregunté acomodando su pelo detrás de la oreja) Te prometo que es, y va a ser algo lindo.
- Me da miedo…
- No va a pasar nada que vos no quieras, y además, creo que ya te demostré que voy a cuidarte.
- (Sonrió) Confío en vos… Pero no me pidas que no tiemble. (Me dijo riendo y yo también reí)
- Sos muy linda. ¿Sabes?
- Vos también sos muy lindo. (Me respondió sin mirarme y yo la tomé por el mentón)
- Y quiero que esto se transforme en algo más que una amistad.
- (Sonrió) Aunque me muera de miedo, yo quiero lo mismo. Me haces sentir muy bien Pepe, y estás conmigo a pesar de todo…
- Así como vos estás conmigo. Te quiero mucho…
- Yo también te quiero Pepe…

-----------------

POR FAVOR; votan a Juli acá? https://www.facebook.com/SantanderRio?sk=app_167453950102763&app_data=eyJmYW5QYWdlVXJsIjoiXC9cL2ZhY2Vib29rLmNvbVwvcGFnZXNcLy1cLzE1MDU3Mzc2ODMxMzk0Nj9zaz1hcHBfMTY3NDUzOTUwMTAyNzYzIiwic2VjdGlvbiI6IkVudHJ5IiwiZmJfcGFnZV9pZCI6IjE1MDU3Mzc2ODMxMzk0NiIsInByaWQiOiJmZTVjNzQ5MTkyODI1ODQwMTkzNzk4MGVkYWYwN2ZjZiIsImVpZCI6Ijk0ZjJiNDQ0NWI4ZTNjNTVjZjAxNzc0MzUyYjcxNzAwIiwib3BlbmVyIjoiaG9tZSJ9 no les cuesta menos de un minuto, y para ella es muy importante! ;)

miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 23

No me podía dormir, entre lo que había ocurrido, de lo cual me sentía culpable, porque yo le prometí que los iba a cuidar y no lo logré, y que Nico seguía igual de mal, era imposible.
Además, temía que Pau se despertará y se quedara sola llorando.

Prendí mi compu y me puse a trabajar, intentando despejar la mente…

Amaneció, y yo seguía allí, hacía muchos días que no trabajaba, y mi socio me había enviado a hacer varios informes para presentar en el juzgado. En fin, un bodrio.

El sueño me venció y como Pau dormía en un costadito de la cama decidí acostarme con ella.
Necesitaba cuidarla, protegerla… Unir fuerte mi mano a la suya para que no termine de caer.

- Pepe… (Dijo súper dormida) ¿Qué haces acá?
- Vengo a dormir con vos. ¿Puedo?
- Mmm…
- Eso es un sí. (Dije y reí haciendo que se acueste sobre mi pecho) Perdón por despertarte… (Besé su cabeza) Seguí descansando.

Una vez que me aseguré de que ella ya dormía otra vez, me dispuse a dormir yo también.

Me desperté porque la escuchaba llorar, a lo lejos… Pero lograba escuchar claramente su llanto desgarrador.
Me levanté y fui al baño, en donde estaba…

- (Toqué la puerta) Pau… ¿Puedo pasar?
- Dejame sola, por favor.
- No te hace bien estar sola.
- No estoy bien, ni sola ni acompañada… (Suspiró) Y necesito estar un rato sola, por favor.
- Está bien, yo voy a estar en la pieza trabajando.
- Gracias Pepe.

-

Pepe se fue (Escuché sus pasos) Y yo, que estaba sentada en el suelo con mi espalda contra la puerta me levanté y me miré al espejo, con más odio y desprecio que nunca.

Era una inútil, inservible… El Toro tenía razón, yo no servía para nada, sí lo único lindo que me había pasado había muerto por mi culpa.
No había sido capaz de cuidarlo, ni de protegerlo. Lo peor es que sabía que esto iba a pasar y no hice nada para revertirlo.

Sentía su presencia siempre cerca de mí, vivía con miedo, con pánico… Con la necesidad de escapar, de correr… No sé a dónde, ni tampoco por dónde, porque me sentía en el vacío.
Flotando en medio de la angustia, de la culpa… En el medio de la nada.

Lavé mi cara reiteradas veces… (No sé con qué fin) y salí del baño, para dirigirme a la cocina, en busca de un vaso de agua, cuando éste se terminó me dirigí al cuarto y me dejé caer en la cama, me tapé con una manta, dándole la espalda a Pepe y me largué a llorar otra vez.
Sentí que él se acercó a mí, pero le dije…

- No quiero interrumpirte ni molestar, seguí con lo tuyo… Si queres me voy a otro lado.
- Yo quiero que te quedes acá, conmigo.
- Pero vos estás trabajando.
- Vos sos más importante.
- (Me di vuelta y lo miré) Gracias, en serio… Pero ya está, ya hiciste mucho por mí, yo en cuánto esté un poco mejor me voy y te dejo en paz.
- ¿Eh? ¿Qué decís?
- Lo que dije.
- No Pau, no quiero que sea así.
- Yo sí, porque no le puedo hacer bien a nadie, y vos no te mereces que te haga mal.
- (Acarició mi pelo y tomó mi mano) Estás diciendo cualquiera. ¿Sabes?
- No… Es así. Lo sé.
- No es así, y además, nunca permitiría que te vayas, porque en la primera de cambio vas a estar de nuevo con él.
- Es lo que merezco…
- No hermosa, no.
- Sí Pedro… No le puedo dar nada a nadie. Es así. Punto… Seguí trabajando, de verdad.
- No, no voy a seguir. Me voy a quedar con vos.
- Entonces yo me voy.
- Hey, Pau… No reacciones así.
- Reacciono como puedo, y no soportaría hacerte mal a vos también, de corazón gracias por todo lo que hiciste por mí, pero hasta acá.
- (Suspiró) Te quiero mucho. ¿Sabes? Y yo sí creo que sos capaz de darle muchas cosas lindas a alguien… (Corrió el pelo de mi cara y suavemente secó mis lágrimas, las cuales nunca cesaban) No sos una molestia para mí… Si yo te quise y te quiero ayudar es porque siento que quiero hacerlo, y eso no cambia Pau… Nosotros nos prometimos algo. ¿Te acordas? Y aunque una parte no pude cumplirla, voy a hacer todo lo posible por sí poder cumplir la otra… ¿Te acordas que vos querías saber lo que era el amor, y que yo te iba a ayudar a descubrirlo? ¿Y te acordas que nos prometimos estar el uno para el otro y ayudarnos a salir de esta cruda realidad?
- Vos no faltaste a tú palabra, y además… Yo no estoy en condiciones de poder cumplir nada de todo eso que prometí o prometimos, o no sé.
- Porque estás triste, pero de a poquito vas a estar mejor… (Besó mi mano) Y, aunque sea privación ilegítima de la libertad nunca te dejaría irte, porque sería como entregarte a las manos del Toro, y jamás haría eso. Jamás. (Hizo una pausa) Y ahora no digas más nada, solo dejame que te cuide un ratito.
- ¿No me estás cuidando demasiado ya?
- Hay cosas que nunca son demasiado, y menos así como estás… Hoy tenes que comer algo, asique puedo ir a prepararte algo…
- Mmm…
- No es tema de discusión eh. (Besó sentidamente mi frente y se paró, pero cuando estaba a punto de salir lo llamé)
- Pepe…
- ¿Qué?
- Gracias y perdón, te quiero mucho. (Él sonrió y se fue)

Hice que la manta tapará mi cara y mis lágrimas de un segundo para el otro se multiplicaron.

Buscaba una explicación o un por qué a tanto dolor y creo que no existiría jamás.

Pepe volvió a los pocos minutos y destapó mi cara…

- Pensé que te habías ido.
- (Reí) Sos un tarado.
- Pero te hice reír.
- Gracias. (Besé su mano y él sonrió)
- Sentate así comes algo, dale. (Me ayudó a levantarme y me senté contra el respaldo de la cama) Fijate si está rica… Es una sopa que se hace rápido, porque no quería dejarte mucho tiempo sola.
- Sos un tierno, gracias. (Y probé un poco)
- ¿Está buena? Digamos que no es lo más rico del mundo, pero…
- Sh, gracias.

Comí un poco, solo un poco más y Pepe dejó a un lado la bandeja.

- ¿Estás seguro de que no te jodo, no? (Pregunté flexionando mis piernas, mirando hacia abajo, intentando no llorar)
- (Me tomó por el mentón, haciendo que lo mire) Muy, muy seguro. (Acarició mi mejilla con su dedo pulgar) Dejate cuidar un poco… Lo necesitas. Necesitas que te mimen, que te cuiden, necesitas que alguien te valore. Y ahora, sobre todo, necesitas alguien que te tenga fuerte de la mano para que no te caigas. (Hizo una pausa) Y quiero ser la persona que provoque todo eso en vos… Dejame, por favor.
- Te juro que me matas de amor, pero… ¿Y vos Pepe?
- ¿Y yo qué?
- Vos, tú hermano, tú vida… Yo no debo ser lo mejor que te pasó.
- No saques conjeturas que no son reales… Ya te dije que me hiciste bien desde el primer momento.
- Así no le puedo hacer bien a nadie.
- Deja de pensar en eso hermosa… Quiero estar con vos, y es así. En serio.
- (Sequé mis lágrimas y él me abrazó, haciendo que apoyé mi cabeza en su hombro) Gracias… (Dije con un hilo de voz) Perdón si reacciono mal, o si te digo cosas sin pensar, pero no sé, no sé qué hacer, ni cómo reaccionar… No sé cómo se hace después de esto.
- El tiempo lo cura todo.
- No sé… Hay cosas que no creo. ¿Entendes que lo mató? ¡Le robó la posibilidad de vivir!
- No, no lo puedo entender… No puedo entender cómo se puede ser tan mierda, y con su propio hijo.
- Yo tampoco lo entiendo… Me siento quebrada por dentro, hecha pedazos… Nunca lo había sentido tanto como ahora, nunca había podido terminar de caer, y ahora es como que me cayeron todas las fichas de golpe, ahora entiendo que él era mi hijo, que estaba adentro mío y que lo mataron, sin dejarlo conocer el mundo. Y me siento completamente culpable de eso.
- (Me abrazó más fuerte) No te cargues de una culpa que no te corresponde. Y de a poquito te vas a empezar a armar de nuevo, sos una mujer llena de fortaleza, y esa fortaleza sigue adentro tuyo aunque no la sientas. (Y yo no respondí nada, tan solo escondí mi cara en su pecho, llorando cada vez más, él me abrazó, aferrándome a su cuerpo y yo también lo hice, pero con las pocas fuerzas que tenía)
- No me sueltes, por favor.
- Nunca… (Besó mi cabeza y acarició mi espalda) No estás sola. ¿Sabes?
- Me siento en el medio de la nada.
- Agarrate fuerte de mi mano, así te ayudo a volver acá conmigo.
- Te quiero muchísimo, gracias.
- Te quiero mucho más Pau… Y no me agradezcas.


-----------------

Me quedó zarpadamente largo este capítulo...

Yo sé que son todos buenos y van a votar a Juli acá, no? https://www.facebook.com/SantanderRio?sk=app_167453950102763&app_data=eyJmYW5QYWdlVXJsIjoiXC9cL2ZhY2Vib29rLmNvbVwvcGFnZXNcLy1cLzE1MDU3Mzc2ODMxMzk0Nj9zaz1hcHBfMTY3NDUzOTUwMTAyNzYzIiwic2VjdGlvbiI6IkVudHJ5IiwiZmJfcGFnZV9pZCI6IjE1MDU3Mzc2ODMxMzk0NiIsInByaWQiOiJmZTVjNzQ5MTkyODI1ODQwMTkzNzk4MGVkYWYwN2ZjZiIsImVpZCI6Ijk0ZjJiNDQ0NWI4ZTNjNTVjZjAxNzc0MzUyYjcxNzAwIiwib3BlbmVyIjoiaG9tZSJ9 por fas! ;)

martes, 23 de julio de 2013

Capítulo 22

Ya estaba en la casa de Pedro, era de noche…

- Tenes que comer algo, al menos una sopa… Dale.
- No quiero, no me pasa…
- Pero mientras más débil estés peor va a ser todo.
- Más débil de lo que estoy es imposible.
- Te va a hacer bien. (Acercó la bandeja a mí) Un poquito.
- (Suspiré, resignada y tomé un poco de sopa) ¿Qué se hace ahora?
- (Suspiré) Si supiera, te lo diría…
- Su papá le quitó la posibilidad de vivir, y la inútil de la madre no fue capaz de cuidarlo. (Dije temblando)
- Por favor, deja de echarte la culpa…
- No puedo, no puedo.
- (Corrió el pelo de mi cara y secó mis lágrimas) Tranquilizate, come un poco y hablamos… ¿Sí?
- No quiero comer.
- Bueno… Solo por hoy eh. (Corrió la bandeja y la dejó sobre el escritorio. Yo dejé caer mi torso en el colchón, y me tapé con las mantas que había allí) ¿Me escuchas?
- Sí…
- (Tomó mi mano y corrió el pelo de mi cara) Sé y entiendo cómo te sentís, pero tenes que saber que no estás sola… Qué me tenes a mí, para lo que necesites, porque te convertiste en alguien importante para mí, y porque te quiero muchísimo. (Secó mis lágrimas) Va a costar, pero te prometo que vas a estar bien.
- (Suspiré y le pedí casi suplicando) ¿Me das un abrazo? Por favor… (Él no respondió nada, tan solo se acostó a mi lado y me abrazó) Gracias… (Dije con un hilo de voz, ahogada en lágrimas) Yo también te quiero mucho.

Me aferré a él, llorando cada vez más… Temblando.

- No tiembles, tranquila.
- No puedo estar tranquila.
- Perdón, soy un tarado. (Me abrazó más fuerte) ¿No queres un té?
- No, no quiero nada.
- Pero capaz que un tilo te ayuda a dormir.
- Te juro que no me pasa nada, tengo un nudo de angustia concentrado en el pecho.
- Pero sí descansas se te va a pasar, al menos un poco.
- Dormir no me va a devolver a mi bebé.
- Lo sé Pau, lo sé… Pero sí te va a ayudar a tranquilizarte, y a que estés un poquitito mejor.
- No puedo estar mejor.
- Sí que podes, aunque ahora veas todo negro, estoy seguro de que en un tiempo vas a ver un rayito de luz.
- Mi bebé era ese rayito… Aunque nunca haya podido terminar de entenderlo, era mi hijo, y me siento una mierda por no haberlo podido cuidar.
- No te eches más la culpa Pau, te estás haciendo peor con algo que no es real.
- Sí que es real. Porque él dependía de mí, y yo no hice nada para cuidarlo.
- No hermosa, no… Vos no decidiste que eso pase, no es tú culpa. Deja de hacerte mierda, que es lo que menos necesitas en este momento, ponerte peor.
- No puedo, te juro que no puedo…
- Sh… (Acarició mi espalda) Te curo la herida e intentas descansar, al menos un ratito… Dale.
- Me da todo lo mismo, asique bueno.

Él se separó un poco de mí y agarró el botiquín que estaba debajo de la cama.

- Acostate…

Eso hice, él me destapó y levantó mi remera… Quitó la venda y comenzó a desinfectarme la herida.

- ¿Te duele?
- Sí, el alma… (Respondí y sequé mis lágrimas. Él me miró compasivo y continuó con lo que estaba haciendo)

Una vez que ya me había vendado nuevamente, acomodé mi remera y él me tapó.

- Las heridas del alma son las más difíciles de sanar… Pero difícil no significa imposible.
- Ahora lo veo imposible.
- Porque es todo muy reciente… (Acarició mi cabeza) ¿Segura que no queres un té?
- Mmm…
- Te lo traigo, así no te dormís con el estómago vacío.
- Bueno…

Se dirigió a la cocina y en ese momento busqué el osito que más temprano me había regalado y lo abracé.
Mi cara se escondió en él, por ende mis lágrimas también.

A los pocos minutos sentí la mano de Pepe en mi brazo, haciendo que corra el osito de donde estaba, secó suavemente mis lágrimas y me ofreció el té. Yo lo agarré y tomé un poco.
Nuestras miradas nunca se habían desconectado, y a pesar de todo lo que me pasaba en aquel entonces, su mirada tan conectada a la mía, y mi reflejo en sus ojos color café, me hacía un poquito bien.

Terminé el té, y lo dejé en la mesita de luz. Mis ojos seguían conectados a los suyos y él ahora acarició mi mejilla.

- Intenta dormir que te va hacer bien… (Yo me acosté y él me tapó)
- Gracias por estar conmigo, en serio.
- Nunca te dejaría sola, y menos así cómo estás. No tenes que agradecerme nada.
- (Tomé su mano y le di un beso en ella) Me siento muy pesada, pero ¿Te quedas conmigo hasta que me duerma?
- No me lo tenías ni que pedir, pensaba hacerlo… Además no te olvides que duermo acá yo también.
- Pero hoy tenes libre el cuarto de tus viejos.
- Pero vos estás acá, y no quiero dejarte sola.
- Y después queres que no te agradezca.
- Sh… (Posó su dedo índice en mis labios) Cerra los ojos e intenta descansar… (Posó su mano en mi frente y la deslizó lentamente en mis ojos para que yo los cierre, y eso es lo que hice)

Y aunque quisiera no podía tranquilizarme.

Así como me había robado a mis viejos, hoy me había robado a mi hijo. (Además de condenarme a trabajar para él de la manera más horrible, asquerosa y traumática)

- ¿Tenes frío? Te pregunto porque estás temblando.
- Un poco… (Y a los pocos segundos sentí una manta más sobre mí)
- ¿Mejor?
- Creo… Gracias.
- De nada hermosa. (Besó mi frente y con sus dedos comenzó a desenredar mi pelo, acción que poco a poco ayudaba a que me tranquilice, o al menos, a que no llore tanto)

Sé que pasó mucho tiempo, en el que muchísimas imágenes se pasaron por mi mente, y en ninguna lograba aceptar que mi bebé ya no estaba más.

Finalmente me dormí…

-

A pesar de que ella ya estaba dormida, seguía mimándola… Más que nunca quería protegerla.

Sí, la conozco hace menos de un mes, pero por lo mucho que sé de ella, y por lo mucho que aprendí a conocerla me doy cuenta que el tiempo es tan solo una anécdota.

Y, debido a lo mucho que logré conocerla puedo afirmar que no se merece esto, tampoco todo lo que le pasó antes.

No se merece sufrir, ni seguir sufriendo.

Mi mano jugaba con su pelo, y no podía dejar de mirarla… Su expresión tan triste me partía el alma, y necesitaba hacer algo para cambiarla.


lunes, 22 de julio de 2013

Capítulo 21

- ¿Por qué Pedro? ¿Por qué? ¿Por qué siempre tiene que lastimarme, destruirme?
- Si lo supiera te lo diría… Pero no sé. (Suspiró y corrió el pelo de mi cara) Intenta descansar, te va  a hacer bien, y el calmante te lo dieron para eso.
- Me dijiste que no había que dormir, que no solucionaba nada.
- Mmm… Pero te va a tranquilizar.
- Nada puede tranquilizar mi dolor. Me duele el alma, me siento destruida… (Suspiré) Te dije que no iba a poder.
- No es tú culpa Pau… (Tomó mi mano y le dio un beso)
- Sí Pedro, yo no lo cuide.
- No hermosa… No. (Secó mis lágrimas y yo cerré mis ojos) No es tú culpa, vos no provocaste nada. No te llenes la cabeza con cosas que no son reales.
- Estoy condenada a sufrir. Y eso sí es mi culpa.
- Prometo salvarte de esa condena… Y no es tú culpa. (Sentí que acarició mi mejilla) ¿Me miras? (Yo abrí mis ojos) No te maquines ahora con nada, ya sé que te duele, y aunque no sea capaz de dimensionarlo, sé que es así… Pero te prometo que va a pasar, que vas a sanarte, y que yo voy a ayudarte… Y ahora lo mejor que podes hacer es dormir… Y si cuando te despertas no estoy, es porque estoy con Nico. Mi papá fue a casa a buscar un celular que no usamos, cuando me lo traiga yo te lo dejo acá y cuando te despertas me llamas. ¿Sí?
- Te quiero mucho Pepe…
- Y yo te quiero a vos Pau… Muchísimo. (Yo cerré mis ojos y él besó sentidamente mi frente… Su mano libre comenzó a acariciar mi pelo, y después de un largo rato, me quedé dormida)

-

Salí de la habitación y me dejé caer en la primera silla que encontré.
Me sentía desbastado… ¿Por qué todas a ella? ¿A mí? ¿A le gente que me rodea?

Me dolía muchísimo lo que estaba pasando, no se lo merecía, y era hora de que ese tipo deje de lastimarla.

Estas gritando corazón, estás llorando de dolor...'


Después de que papá trajo nuestro viejo celular, lo dejé a su lado y subí los pisos que me separaban de mi hermano.

Me crucé a un negocio de enfrente, en dónde compré un oso de peluche, al cual le sumé una bolsita con algunas golosinas y una tarjetita.

Mi celular sonó, y yo entré en su habitación.

- Hola Pau… (Susurré y ella me miró, con sus ojos llenos de lágrimas. Caminé hasta ella y me senté en una silla, a su lado. Quité el oso de la bolsa y lo posé frente a ella) Hay alguien  que quiere hacerte compañía… (Ella hizo una mueca, la cual intentó simular una sonrisa y abrazó al osito, al mismo tiempo que suspiró y cerró sus ojos. Yo acaricié su pelo y dije) ¿Queres estar sola? (Ella negó con su cabeza) ¿Y qué puedo hacer para que te sientas un poquito mejor?
- Quedarte conmigo, por favor. (Suplicó con un hilo de voz)
- (Busqué su mano e hice que nuestros dedos se entrelazarán) Siempre… (Besé su mano y ella abrió sus ojos, dejando en libertad todas las lágrimas que en ellos contenía) ¿No queres contarme como te sentís? Capaz te haga bien descargarte.
- Destruida, hecha pedazos, llena de culpa. Mal me siento, horrible, con una tristeza que me carcome… Lo peor de todo es que sabía que esto iba a pasar, y no solo que no lo pude evitar, son que fui yo la que te propuso ir ahí.

Su voz temblaba, y su cuerpo también… Lloraba con una tristeza para la cual no existen palabras que logren dimensionarla.

- No es tú culpa Pau, no te castigues porque no es así.
- Sí, es así. Ya te lo dije.
- No, vos no decidiste que eso pase. El único culpable acá, es él.
- Y yo, porque no fui capaz de cuidarlo, yo sabía que no iba a poder.
- No hermosa, te juro que no es así.
- Sí que es así, y no me lo niegues porque no me hace sentir mejor.
- ¿Y si te doy un abrazo?
- No sé, creo que nada lograría tranquilizarme, excepto evitar lo que pasó.
- ¿Un abrazo no te aliviaría al menos un poquito?
- No sé… (Suspiró) Quisiera dormir y despertarme con la herida cerrada… (Secó sus lágrimas) Prometeme que se va a pudrir en la cárcel, por favor… (Suplicó)
- Te lo juro… (Sequé suavemente sus lágrimas) Y dejame darte un abrazo, por favor… (Ella asintió con su cabeza y yo la abracé) Perdón, no cumplí a lo que te prometí… (Le dije culpable) Espero poder sí cumplir esta promesa.
- No es tú culpa Pepe, y creo en tú palabra.
- Y yo creo en vos… (Besé su mejilla) Creo en que sos capaz de llenarte de fortalezas y enfrentar todo lo que pasó y pasa… (Hice una pausa) Algún día todo esto se va a terminar, y ese día es cuando la vida te va a dar la oportunidad que te mereces.
- Ese día es una utopía.
- No Pau… No. (La abracé más fuerte) No estás sola, yo te voy a ayudar.
- Gracias… (Dijo ahogada en lágrimas y escondió su cara en mi hombro) Y perdón, vos deberías estar con Nico.
- Sh… No pidas perdón, puedo estar con los dos. (Acaricié su espalda, y ella quiso hablar, pero la interrumpí) Sh, no me digas más nada… También quiero y necesito estar con vos.

-

Vino un médico a cambiar las vendas de mi herida. Pero… ¿Quién curaba la herida real?

No encuentro las palabras para describir lo que siento, es como sí me estuviesen matando por dentro, de a poco… Matando centímetro por centímetro de mí ser. Las lágrimas eran incontrolables, y éstas no reflejaban nada más ni nada menos que mi estado interior. Desbastada.

Esa lacra me había robado a las tres personas más importantes para mí… Y a pesar de que no me gusta desear el mal, a él sí que se lo deseaba… Quería, necesitaba que le vuelva todo lo mierda que me hizo. Quería que sienta en carne propia todo lo que estoy sintiendo yo en este momento.

Nunca supe cómo seguir después de todo lo que me había pasado… ¿Y ahora se supone que tengo que saber cómo seguir después de esto?

No sé muy bien de donde saqué fuerzas pero me senté, y abracé al osito que me había regalado Pepe, apoyé mi boca en él, y me colgué mirando la pared extremadamente blanca que estaba frente a mí.

En ella imaginé millones de situaciones que lo único que hicieron fue destruirme aún más… ¿Quién iba a ser capaz de reconstruir mi alma? ¿De unir pedacito por pedacito? Porque yo no era capaz de hacerlo.

Escuché que la puerta se abrió…

- Pau… (Dijo acercándose a mí, y sin decir nada se sentó a mi lado y yo me refugié en su pecho, insinuando que me abracé, y así lo hizo. Sus brazos rodeaban mi cintura, suavemente pero con fuerza… Besó mi cabeza y yo cerré mis ojos)

El tiempo pasó, y  ni él ni yo habíamos cambiado de posición.

- En un rato te van a dar el alta.
- (Suspiré) Es lo mismo, esta cama o la otra…
- No pienses así…
- No puedo pensar de otro modo.
- Mmm… Bueno, está bien… Es todo muy reciente, y entiendo que estés así. (Me abrazó más fuerte)
- ¿Nico cómo está?
- Igual… Pero no te preocupes por él ahora.

Yo no respondí más, tan solo me hundí aún más en su pecho. Y después de un rato, le dije.

- Gracias por estar conmigo, a pesar de todo lo de Nico.
- Te prometí que iba a estar, y también le prometí a Nico que te iba a cuidar, porque me dijo que eras especial… Igualmente, eso ya lo sabía.
- A mí me dijo algo parecido… (Besó mi frente) Te quiero Pepe, gracias.
- Yo también te quiero Pau. 

domingo, 21 de julio de 2013

Capítulo 20

Pepe se había quedado dormido otra vez, y lo descubrí cuando volvía de bañarme, pero sin querer se me cayó el peine, lo cual hizo que lo despierte.

- Perdón, perdón, perdón. Seguí durmiendo.
- No… Me quedé dormido.
- Pero seguí durmiendo, así no pensas. (Dije terminando de ordenar mis cosas) Yo debería dormir toda la vida…
- No es esa la solución.
- ¿Y cuál es?
- Enfrentar lo que pasa, por más doloroso que sea.
- (Suspiré) ¿Y cómo hacemos?
- Juntos…
- Mmm… (Me senté a su lado) Todavía me siento en un sueño. Te juro.
- No es un sueño, es la realidad, un poquito dolorosa… Pero es la realidad.
- ¿Y vos estás conmigo?
- Al ladito tuyo. (Sonreí, a medias y él tomó mi mano)
- Gracias…
- A vos. (Besó mi mano y se sentó a mi lado) ¿Estás muy cansada?
- Solo de llorar…
- (Me abrazó por el hombro) ¿Me acompañas al hospital?
- Sí Pepe….
- ¿Segura?
- Sí, segura.
- Te prometo que volvemos temprano, no quiero que les pase nada malo.
- No te preocupes por nosotros, si me siento mal te prometo que te digo…
- Lo prometiste eh.
- (Reí) Sí, te lo prometí. Y lo voy a cumplir.
- Confío en vos.
- (Volví a reír) No seas tarado. Dale. (Me levanté y le di la mano para que él también lo haga) Igualmente primero vamos a pasar por un kiosko, necesito un chocolate.
- (Rio) ¿Antojo?
- Eso creo… Lo necesito de verdad. (Reímos y, después de abrigarnos, salimos)

Ya habíamos pasado varias horas en el hospital, y habíamos decidido volver, porque era de noche, y Pepe debía trabajar, pero antes le dije…

- ¿No queres que primero vayamos a tomar un poco de aire? Te va a hacer bien.
- ¿No estás muy cansada?
- No Pepe, sino, no te lo estaría proponiendo. En serio…
- Bueno, vamos a algún lado a comprar algo para comer y vamos a una plaza. ¿Queres?
- A donde quieras…

- (Respiré hondo) No sabes lo que disfruto estar en lugares así, respirar aire puro… (Dije apoyando mi espalda contra el tronco de un árbol)
- Te admiro por la capacidad que tenes de disfrutar de las pequeñas cosas, a pesar de todo lo que te pasó… (Dijo sentado frente a mí)
- (Sonreí) Mientras lo tenga, quiero disfrutarlo…
- Lo vas a tener siempre
- No sé. (Suspiré) Él sigue suelto, y mientras lo esté, yo corro el peligro de volver.
- No si estás conmigo.
- Mmm… ¿Te soy sincera? El miedo existe igual.
- (Tomó mi mano) Tranquila…
- No puedo estarlo sabiendo que está suelto… ¿Entendes? (Suspiré) Mató a mis viejos frente a mí, y me abusó durante muchísimos años. No puedo no tenerle miedo, o estar tranquila… Todo el tiempo siento que va a aparecer y me va a llevar otra voz con él. (Dije con lágrimas en los ojos y la última imagen que quería ver en el mundo se dibujó frente a mí)
- Bueno, no atrás tuyo, pero sí de él.
- No, por favor no… (Dije ya llorando, paralizada)
- ¿Por favor no qué pendeja?

Y yo lo único que hice fue abrazar mis piernas, intentando esconderme… Pedro, quien al fin entendió la situación, se paró y le hizo frente.

- Andate de acá…
- ¿Vos qué te crees? ¿El salvador? ¿El héroe? ¿Qué carajo te crees?
- La primera persona que se dio cuenta de que yo era una mujer, y no una cosa… (Le grité, parándome)
- No Pau, correte… Andate.

Pedro y el Toro forcejeaban, vi que el último llevaba consigo una navaja, y que estaba a punto de lastimarlo.

- No, no le hagas nada, por favor… (Dije quebrándome, de repente las fuerzas que había obtenido quien sabe de dónde, se habían esfumado)
- No, a él no… Pero a vos sí.

Y se zafo de Pedro, para arrebatarme a mí por la espalda…

- ¡Soltala!
- No Pedrito, no… Una vez fuiste su héroe, pero dos ya no… Es mucho. (Respondió irónico y yo lo único que hacía era llorar. Mi cuerpo temblaba, y no podía hablar. Era de noche, estaba casi todo oscuro y nadie a nuestro alrededor)
- ¡Te dije que la soltas! (Gritó acercándose a nosotros, y él mostró su navaja)
- Correte porque la mato eh.
- No me hagas nada, por favor… (Supliqué) Al menos hacelo por mí… Nuestro hijo.
- ¿Nuestro hijo? ¿Nuestro? Tuyo. Y no tenes derecho a pedirme nada después de haberme denunciado. ¡Hija de puta!
- ¡Nuestro! Vos me obligaste a acostarme con vos, asique también es tuyo.
- Prefiero matarme.
- Le harías un favor al mundo.
- No, creo que el favor al mundo se lo voy a hacer si te mato, lo mato, o los mato…
- ¿Qué ganas haciéndolo? (Preguntó Pedro, con calma)
- Placer…
- ¿Sentís placer al hacerle mal a los demás? ¿A tú propio hijo?
- Y a quien sea, si te lo hago a vos también…
- Ah, estás enfermo de verdad…
- Puede ser, pero soy así. ¿Qué se le va a hacer?
- Cambiar. (Respondí)
- No, a esta altura ya es imposible.
- Bueno, no cambies… Pero dejanos en paz.
- A ver si entendes Paulita… Ese pendejo no va a nacer. (Y en ese momento apoyó la navaja en mi vientre, yo me paralicé, me quedé dura, temblando)
- Soltame, por favor… (Supliqué, llorando desgarradoramente)
- No pendeja, no… (Y sentí como comenzaba a clavarme esa maldita navaja en mi panza, terminó de hacerlo y me tiró al suelo, para salir corriendo)

No veía nada, todo estaba nublado…

Sentí que Pedro me hablaba, pero muy a lo lejos… Sentí que quitó su buzo y lo puso en mi herida, supongo que para parar la hemorragia. Sentí que me llevó en sus brazos hasta el auto, que me acostó en la parte trasera de él, y que arrancó…

Sentí que llegamos a la clínica, que me llevaron a la guardia y allí me sedaron.

No sentí más nada, hasta que me desperté y en ese momento caí en la realidad.

Me encontraba en una habitación de un hospital, conectada a un suero, y nadie estaba a mí alrededor.

Recordé lo que había pasado y tan solo pensé en mi bebé…  Las lágrima comenzaron a rodar por mis mejillas, una detrás de otra, imaginando lo peor…

La puerta se abrió, y era Pedro…

- Por favor, decime que no… Que no pasó, por favor.

Y vi como sus ojos llenos de lágrimas me miraban con dolor, vi como intentaba responderme pero no podía.

- No… (Dije casi sin voz, sintiendo como me desmoronaba por dentro… Una puntada apareció en mi pecho de un segundo al otro, impidiéndome respirar y él se acercó a mí  abrazarme, yo me aferré a él y lo único que hacía era llorar, como nunca creí que iba a hacerlo)
- Yo estoy con vos, siempre. Te lo prometo.


----------------

Yo también los quiero (?. 

Capítulo 19

‘Otra madrugada inquieta, para mi vida secreta, y mi tristeza de saturday night se lleva bien con esta soledad 
Ella sueña con fantasmas, cura el horror cataplasma, y va tratando de resucitar y renunciar a llorar y llorar…

¿Tan rápido se acostumbraba uno a lo lindo? Estar otra vez sola y de noche me daba pánico, y los recuerdos comenzaron a invadirme, uno atrás del otro, sin escala, sin pedir permiso. Simplemente aparecieron y comenzaron a atormentarme, otra vez.

- Nena, veni para acá… (Me gritó, abriendo la puerta de aquella diminuta habitación de un golpe)
- ¿Qué me vas a hacer? (Pregunté asustada, sin poder dejar de llorar… Me dolía el alma)
- Ya te vas a enterar.
- ¿Y si no quiero ir? (Pregunté desafiante)
- Vas a venir igual pendeja, entende que a partir de ahora vas a hacer lo que yo quiera.
- No, vos no sos nada mío, y soy menor.
- ¿Y qué carajo me importa a mí? (Gritó acercándose a mí, yo cada vez escondía más mi cara en mis rodillas, como si aquello fuese a protegerme, pero de repente sentí como él tiraba de mi pelo y hacía que levante mi cabeza) Entendelo piba, sos mía ahora, y vas a hacer solo lo que yo te pida, y ahora te pido que vengas conmigo. Y mejor no me

respondas, porque va a ser peor.
Y me levanté, sin poder dejar de temblar, no tenía estabilidad… Y creo que no era necesario aclarar que estaba llorando, acaba de asesinar a mis viejos frente a mí y ahora vaya a saber uno que iba a hacer conmigo.

- Veni nena…
- ¿Qué queres? (Pregunté ya desbastada, sin fuerzas para nada)
- Desvirgarte bebé.
- ¿Qué? (Pregunté sorprendida, asustada, descolocada)
- Lo que escuchaste.
- No, vos estás loco. Vos a mí no me tocas.
- ¿Estás segura? Mira que puedo hacer muchas cosas para poder hacerlo y que vos no te niegues.
- No, por favor, no. (Supliqué en medio de un llanto desconsolado, con ganas de salir corriendo, acción que hubiese realizado si él no me estuviera reteniendo)
- Vos no estás en derecho de reclamar nada, entendelo. (Y me empujó contra la cama, yo reaccioné como pude e intenté levantarme, pero él volvió a empujarme contra la cama) No te vas a ir, entendelo.
- ¿Por qué me haces esto? (Pregunté casi sin voz, por el llanto)
- Porque me calentas, porque necesito plata y quiero probarte.
- No puedo creer la mierda que sos, siempre te creí el mejor amigo de mi viejo… Y no solo que lo mataste a él, sino que también a mi mamá a quien abusaste, como pretendes hacer conmigo… (Suspiré) ¿Qué tenes adentro? ¿Mierda?
- Mejor callate, con cada cosa que me digas va a ser todo peor. Entendelo.

Y lo único que podía salvarme era que eso sea una pesadilla y despertarme.

Cada vez que recordaba ese día me daban ganas de morir… Fue el peor día de mi vida, ese día dejo de ser mi vida, para ser mi infierno.

Recordaba ese momento hasta con detalles, lo que lloraba mientras él abusaba de mí, todo lo que había hecho para intentar escaparme, todo lo que me había obligado a hacer, y todo lo que me había dolido.

Recordaba el miedo, el pánico, la sensación de estar paralizada, de solo poder llorar, porque estaba atada y no podía hacer otra cosa.

Recordaba la sensación de asco que me recorría el cuerpo, recordaba que me había dejado ahí atada, por horas…
‘Hoy siguió llorando a mares, penas internacionales 
Llueven cien mil tormentas por acá, perdió la fe en la estación que quedo atrás…’


Tenía en mi memoria lo que había hecho conmigo las siguientes semanas, según él era un entrenamiento, para mí era lo peor que me había pasado en la vida. (Y aún peor que eso)

Me estaba transformando en una puta, porque eso quería que sea una puta que trabaje para él.

Me daba asco a mí misma por haberlo hecho, por no haber podido escapar, por no haber podido frenarlo antes de que mate a mis viejos… Pero no, soy una cobarde que nunca pudo hacer nada.
Una cobarde que se condenó a ser una prostituta durante casi diez años, una cobarde que hoy espera un hijo o una hija de la basura que la condenó a ello.

¿Cómo se sigue después de todo eso? ¿Se puede seguir después de haber vivido todo eso?
¿Cómo ser mamá? ¿Cómo ser íntegramente responsable de una vida si no se puede ni con la propia?

Llorar, llorar y llorar. Creo que era la acción que más había realizado en la última década: Llorar.
Llorar con dolor, con angustia, con bronca, con odio, con miedo. Llorar, tan solo llorar.

Sentía el mismo miedo de siempre, pero ahora duplicado, porque no solo lo sentía por mí, lo sentía por los dos… Sabía que si él quería iba a poder encontrarme y volver a hacer lo que quisiese con nosotros.

Mis manos estaban en mi panza, la cual ya se hacía notar, aunque de a poquito… La acariciaban, intentando que aquella acción me tranquilice (Al menos un poco)

¿Qué clase de vida iba a poder darle?

-

Era temprano, y no había dormido nada en toda la noche, de Nico casi no había novedades, y cuando supe que mamá estaba por volver a la clínica, decidí volver a casa. No quería dejarla sola, aunque seguro dormiría.

Entré en el cuarto sigilosamente y si, estaba durmiendo… Pero podía afirmar que se había pasado la noche llorando…

- Pepe… (Dijo sin abrir sus ojos, acurrucándose) ¿Novedades?
- Ninguna, seguí durmiendo… (Respondí y busqué otra manta para taparla)
- Gracias.
- De nada… (Besé su frente) Tenes frío porque no dormiste nada y te la pasaste llorando, no me lo niegues… Y ahora descansa.
- ¿Me das un abrazo? Por favor… (Suplicó con su voz a punto de quebrarse) O veni a dormir conmigo, vos tampoco debes haber dormido nada.

Y yo no le respondí nada, tan solo me acosté a su lado luego de quitar mis zapatillas y ella apoyó su cabeza en mi hombro y yo la abracé con ambos brazos, contra mi cuerpo…

- Nunca creí que iba a existir un hombre capaz de contenerme con un abrazo. Gracias, y perdón… Ya sé que a vos te pasan mil cosas, pero te juro que no puedo parar, y necesitaba este abrazo.
- Sh, no tenes que pedir perdón, además a mí también me hace muy bien estar así con vos.

Los minutos pasaron y ambos llorábamos en silencio, sin dejar de abrazarnos… Y más tarde nos quedamos dormidos.

Sentí sus dedos en mis mejillas y sonreí.

- Perdón, no quería despertarte.
- No pidas perdón, es lindo despertarse así… (Ambos sonreímos a medias y
volvimos a abrazarnos) ¿Estás un poquito mejor?
- Eso creo… No sé.
- Bueno, cualquier cosa yo estoy. ¿Sí?
- Gracias, es increíble que te sigas preocupando por mí a pesar de todo lo que te pasa a vos.
- Eso pasa porque te quiero, y porque vos haces lo mismo por mí.
- Te quiero mucho Pepe, gracias. (Y nos abrazamos aún más fuerte)

-----------------------

sábado, 20 de julio de 2013

Capítulo 18

Vivir con la certeza de que este momento algún día iba a llegar era horrible, pero saber que ese maldito ya estaba llegando lo era aún más.

Apoyé mi brazo en la cama donde estaba Pau y mi mentón sobre éste, mi mano libre corrió el pelo de su cara y susurré…

- Llegaste en el momento justo.

Y esa era la verdad, había llegado a mi vida en el momento indicado… Y desde ese día que la conocí algo cambió en mí, no sé bien qué, y tampoco logro descifrar aún que es eso tan fuerte que nos une y nos atrae… Solo sé que eso existe, que hay algo que nos une, sé que ella me hace bien. Sé que yo le hago bien… Y hay algo que me hace sentir que nos vamos a poder ayudar, el uno al otro.

Pau se movió y se despertó… Sinceramente mi cara se encontraba a milímetros de la de ella, y se exaltó.

- Hey. ¿Tan feo soy?
- (Rio) No, es que no me imaginé que me iba a encontrar con vos…
- Perdón si te asusté… Pero no me podía dormir, y me da mucha paz mirarte.
- (Sonrió) Me siento un poquito intimidada igual.
- Perdón.
- No, no me pidas perdón. Es solo que me recorre algo raro en el cuerpo cuando te tengo tan cerca. (Yo sonreí y acaricié su mejilla, cerró sus ojos y suspiró)
- Te quiero mucho. ¿Sabes? (Y la sorprendí, depositando un beso en su mejilla)
- Yo también te quiero mucho Pepe…
- Gracias por estar conmigo, llegaste en el momento justo… (Susurré en su oído)
- Vos llegaste en el momento justo…
- Llegamos. (Sonreímos y me aleje un poco de ella)
- ¿Estás un poquito mejor?
- No, estoy un poquito peor. (Dije riendo y ella también rio)
- ¿Sabes algo más?
- No, no sé nada… O en realidad sí.
- ¿Qué sabes?
- Que el momento que nunca quise que llegue, está llegando. Y te juro que me da pánico.
- ¿No tenes ni un poquito de fe?
- No sé… (Suspiré y dejé caer mi cabeza a su lado, ella acarició el pelo de mi nuca e inevitablemente las lágrimas volvieron a invadir mis ojos) Descasa Pau, es temprano todavía.
- ¿Vos te pensas que me voy a dormir sabiendo que vos estás así?
- Pero vos necesitas descansar, no quiero que mis problemas repercutan en vos.
- Los míos repercuten en vos, es lo mismo Pepe… Dale, mirame.  (Negué con mi cabeza y ella se movió, deslizándose por la cama hasta que su cara quedó a la altura de la mía) Pepe… ¿Al menos me escuchas? (Preguntó haciendo que la mire)
- Tengo pánico, de no soportarlo, de que mis viejos no lo soporten. Tengo pánico por él.
- Nada está dicho todavía.
- Está dicho desde que esa enfermedad es parte de él, desde el momento cero.
- Pero el momento no está determinado, y la ciencia tampoco es tan exacta. Tranquilo.
- No puedo estar tranquilo, te juro que no puedo.
- Veni… (Yo no respondí nada, tan solo me acosté a su lado, me abrazó por el costado y apoyé mi cabeza en su hombro) Tranquilo, no te sirve de nada estar así.
- ¿Y cómo hago para no estar así?
- Tranquilizándote… Descansando un ratito.
- No puedo, cierro los ojos y todo es diez mil veces peor.
- Permiso eh… (Se sentó contra el respaldo de la cama y comenzó a acariciar mi pelo, ya que mi cabeza se encontraba sobre sus piernas) Tranquilo…
- (Buscó mi mano libre, le dio un beso y la apoyó en su mejilla) Gracias…
- Sh, no agradezcas nada.

Paso un rato, y yo no podía más… Y creo que por fin el sueño me estaba venciendo.

- Veni, acostate así dormimos.
- ¿Juntos? (Preguntó algo incómoda)
- Si no queres, no.
- Mmm… No es que no quiera, es que es raro. (Suspiró) Soy una tarada, ya lo sé.
- A mí me matas de ternura. (Ella sonrió y se acostó a mi lado)

Nos quedamos dormidos, juntos.

Me desperté después de un par de horas y sonreí al darme cuenta que ella dormía a mi lado, sonrisa que duro tan solo unos segundos (Los que fueron suficientes para volver a caer en la realidad)

Me levanté y fui a preparar el desayuno, para ella y para mí, me obligaría a comer, no lo hacía desde el mediodía anterior.

- (Apoyé la bandeja a los pies de la cama y me acerque a Pau, ya era tarde) Buen día hermosa…
- Mmm… Buen día. (Dijo intentando abrir sus ojos)
- Dale chinita, mirame. (Ella rio y abrió sus ojos) Ahora sí, traje el desayuno.
- Para que ni siquiera me desperté. (Dijo riendo y me contagió su risa)

Otro día complicado, Nico no empeoraba, pero tampoco estaba mejor. Seguía igual.

- Pepe… ¿Vos te quedas o te vas?
- Quiero quedarme. ¿Te molesta volver con mamá?
- Obvio que no, y cualquier cosa llamas a tú casa y hablamos. ¿Sí?
- Mmm…
- Prometemelo así me voy al menos un poquito tranquila.
- Está bien, te lo prometo.
- (Ella sonrió y besó mi mejilla) Te queremos mucho.
- Y yo a ustedes. (La abracé, ella me abrazó)

-

Me volví con Ali a casa, ella estaba aún más retraída que Pepe y ni bien llegamos se fue a acostar, y no creía que lo mejor fuera invadirla, porque no había demasiada confianza como para ello, asique la deje a solas.

Y yo moría de hambre, asique me fui a la cocina a prepararme algo y volví al cuarto, en donde me encerré, sí, costumbre que tenía por miedo.

La comida se terminó y yo estaba sentada en la cama, mirando la tele… O eso creía que hacía, porque mi cabeza estaba en cualquier lado menos en lo que ocurría en la tele.

-

Papá se había ido a comprar comida y yo estaba en la sala de espera, sentado (muy incómodo) intentando distraer mi mente, lo cual era imposible.

- Sabíamos que esto iba a pasar… (Dijo sentándose a mi lado)
- Pero no estoy preparado para que pase.
- Yo tampoco… (Confesó angustiado) Y tú mamá menos… Tengo mucho miedo por ella.
- (Suspiré) Yo tengo por miedo por todos, por los cuatro. Y ya sé que ya lo sabíamos, pero nunca pude estar preparado para esto.
- Nadie puede estarlo hijo.
- ¿Y qué se hace?
- Te juro que no sé…
- La vida es una mierda. (Dije con bronca)
- Para vos no Pepe, tenes toda una vida por delante, no la desproveches.
- No voy a poder sin él.
- No pienses así.
- No puedo pensar de otro modo viejo, te juro que no puedo. (Suspiré y tiré mi cabeza hacia atrás, apoyándola contra la pared blanca que estaba detrás de mí)
- ¿Te soy sincero? Yo me miento, pero tampoco puedo pensar de otro modo.
- Quiero que todo sea una pesadilla, y poder despertarme.
- Toda la vida espere eso hijo…
- Me da mucha impotencia no poder hacer nada.
- Vos hiciste y haces todo, los sabes Pedro…

Y no podía seguir con aquella conversación, asique tan solo lo abracé.

- Tranquilo viejo.
- Te quiero mucho Pepe…
- Y yo a vos pa.

Noche interminable, angustiante. Noche infinita.