Lola finalmente se
despertó, tal y como había dicho Paula, cenamos los tres juntos y Loli comenzó
a abrir todos sus regalos, pero sus ojitos estaban cada vez más chinitos.
- ¿Estás muy cansada hija?
- Sí papi.
- ¿Y no queres ir a dormir?
- Me faltan algunos regalos…
- ¿Queres abrirlos hoy?
- Sí.
- Bueno, dale, abrilos y vamos a dormir. (Ella asintió con su cabeza)
En ese momento vino Paula, quien estaba en la cocina lavando todo lo de la
cena, se sentó a mi lado y comenzó a ver todo lo que le habían regalado, por
fin los regalos se terminaron y ella sin decir nada nos tomó de la mano para
que la acompañemos a dormir, nos frenó en la puerta, la cerró y cuando terminó
de cambiarse nos hizo entrar.
- ¿Estás bien Loli? (Preguntó Pau, y Lola no respondió nada, tan solo la abrazó
y comenzó a llorar) Hey… Princesa… (La alzó y se sentó con ella a upa) ¿Qué
pasa?
- Nada.
- Mmm… ¿Y lloras por nada hija? (Dije sentándome al lado de ellas)
- Quería que hoy estén los abuelos…
- (Pepe suspiró) No podían venir hija, el abuelo trabaja…
- Ya lo sé, pero no me gusta que vivan lejos, son mis únicos abuelos, mi única
familia además de ustedes… ¿Por qué tenemos una familia tan chiquita? Siempre
que voy a los cumpleaños de mis amigos está toda su familia, y en el mío
estaban solo ustedes.
- (Acaricié su espalda y ella se aferró aún más a mí, la abracé lo más fuerte
que pude) Es la familia que te tocó Loli, perdón si no es lo que vos quisieras…
(Dije algo culpable)
- Intentamos que en medio de toda la angustia y lo feo tengas un lindo
cumpleaños mi amor…
- Lo tuve, ya se los dije, pero es que solo me gustaría que seamos más que
tres…
- A nosotros también nos gustaría eso princesa, pero… Es lo que hay. (Pedro nos
abrazó)
- Tengo a los mejores papás del mundo, pero me gustaría tener más familia.
- ¿Seguís negándote a la idea de que mamá y yo adoptemos un hermanito?
(Preguntó, separándose de nosotras)
- Mmm…
- Decinos la verdad princesa… (Dije mientras ella se sentaba erguida sobre mí,
y yo secaba sus lágrimas)
- Sí me gustaría, pero me da miedo dejar de tenerlos solo para mí…
- Pero nosotros nos podemos repartir Loli… (Dijo Pepe)
- Y, además nunca vamos a dejar de estar para vos, pero… Si vos no queres, no
vamos a hacer nada.
- No quiero ser mala, pero no sé… (Dijo con vergüenza y volvió a abrazarme)
- No sos mala, sos la nena más linda, buena y tierna del mundo… (Besé su
frente)
Lola se quedó dormida y nosotros fuimos a acostarnos, Pedro estaba en el baño y
yo en la cama, tapada hasta la nariz, a punto de llorar.
- Amor… (Dijo y se acostó a mi lado) Prohibido llorar eh.
- ¿Te dije que necesito paz, no?
- (Rio) Muchas veces… (Me destapó y besó mi frente) Te prometo que en cuanto
Lola termine la escuela nos vamos los tres a la costa, como mínimo un mes… Todo
Enero.
- Pero… Eso no nos va a sacar la angustia.
- Mmm… Yo creo que sí, imaginate, el mar, la arena, el viento… Nosotros tres
caminando por la orilla.
- No sé… (Me acomodé sobre su pecho y él me abrazó)
- Vas a ver que sí mi amor…
- Ojala.
- Descansa.
- Vos también Pepe.
- Te amo… Mucho.
- Yo también te amo, muchísimo hermosa.
Pepe se durmió a los pocos minutos, pero yo no lograba conciliar el sueño, a
pesar del enorme cansancio que me invadía.
Me levanté, con cuidado, y me fui a la cocina, allí me preparé un té y me lo
tomé mientras observaba la ciudad de noche, cuando terminé mi té, deje la taza
a un lado y apoyé mis ante brazos sobre el marco de la ventana.
Sentí las manos de Pedro posarse en mis hombros y sonreí, besó mi nuca, ya que
yo llevaba un improvisado rodete y susurró en mi oído.
- No sé si sabías, pero pocas cosas me vuelven tan loco como despertarme de
noche y encontrarte acá, de espaldas, con ese pijama que… (Besó mi cuello y yo
reí)
- No, no lo sabía.
- Mmm… Bueno, ahora lo sabes. (Y besó detrás de mí oreja, cosa que sabe que me
encanta)
- Sí, lo sé.
- ¿Me la vas a hacer muy difícil?
- No sé Alfonso, fíjate vos como podes convencerme.
- ¿Tengo que convencerte? (Preguntó riendo)
- No sé, te dije que te fijes.
- ¿En qué me tengo que fijar? ¿En el mujeron que sos?
- Sabes que no me gusta para nada que seas grosero.
- (Hizo que de media vuelta y me acorraló contra la pared, ya que se puso
frente a mí y posó sus manos en la pared) Y a mí me vuelve loco que después de
diez años me la sigas haciendo tan difícil.
- (Reí) Amo volverte loquito… (Lo despeiné)
- No me había dado cuenta… (Me acorraló, ahora apretando su cuerpo al mío)
- (Corrí mi cara, para que no pueda besarme y reí) Pienso seguir haciéndolo…
Siempre. Amo hacerlo.
- (Se hundió en mi cuello, besándome y yo lo abracé por el cuello) Te amo, así
de histérica.
- Ah, claro… ¿Y diciéndome histérica me queres llevar a la cama?
- (Largó una carcajada, separándose tan solo un poco de mí) Sé lo que tengo que
hacer, en cinco segundos te tengo a mis pies.
- Demasiada fe me parece…
- Te conozco, simplemente.
- Demasiado…
- Justamente por eso. (Volvió a mi cuello, y con besos hizo que mi cara quede
frente a la suya, yo enredé mis dedos en su pelo y él sonrío satisfecho) Te amo
con locura Paula.
- (Sonreí y lo besé) Te amo, histéricamente. (Reímos y nos unimos en un beso
que no se terminó hasta que caímos en la cama)
Estaba envuelta en las mantas y sobre su pecho, mientras él con sus dedos
dibujaba figuras abstractas en mi hombro.
- Te extrañaba… (Susurré) Me voy a ir más seguido a la ventana me parece.
- (Rio) Por favor, yo también te extrañaba.
- ¿En serio necesitas esa excusa?
- Sabes que no, es solo que a veces me cuesta encontrar el momento…
- (Suspiré) Lo sé mi amor, y creeme que a mí también, por eso disfruto tanto
cuando nos reencontramos.
- (Besó mi frente) Sos demasiado tierna…
- (Sonreí) No, es solo que amo demasiado a mi marido.
- (Dio media vuelta, para quedar sobre mí) Te amo tanto…
- Te amo mi amor. (Nos besamos y nos sonreímos) ¿Te enojas si me visto? Tengo
frío.
- (Rio) Mmm… Sos demasiado sexy así, pero no quiero que te enfermes.
- (Reí y lo besé) Date vuelta.
- No podes seguir con la vergüenza a esta altura.
- Sí que puedo, date vuelta. Dale.
Pedro rio y se dio vuelta, aunque lo conocía demasiado y no dudaba ni medio
segundo en que me había espiado.
- Ya son las seis… (Le dije)
- Olvidate de que llegue temprano a trabajar.
- (Reí) ¿Cansado?
- (Me revoleó un almohadón y reímos) ¿Dormimos?
- No respondiste.
- Vos tampoco. (Volvimos a reír)
- Digamos que tener una mujer tan hermosa, cansa.
- (Reí a carcajadas) Sos un tarado, pero te amo. (Lo besé y me acomodé sobre
él, dispuesta a dormir)
- Te amo loquita…
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