martes, 24 de diciembre de 2013

Capítulo 180

Fuimos caminando, ya que quedaba relativamente cerca, y porque tenía miedo de llegar, pero, aunque quisiera dilatarlo, ya estábamos allí.

- Amor… (Apoyó su mentón en mi hombro) ¿Queres entrar solo?
- Sí Pau… ¿No te enojas?
- Obvio que no mi amor… (Me besó) Te espero acá.
- Gracias… (Me besó y yo entré)

Caminaba lento, tembloroso, y ya llorando.

Me arrodillé frente a él y escondí mi cara en mis manos, lo extrañaba tanto, lo necesitaba tanto. Quería darle un abrazo, charlar un rato con él, reírme. Lo necesitaba acá, conmigo. Y ahora.
No soportaba pensar y saber que él no estaba más acá, a pesar de que ya habían pasado casi diez años, no podía soportarlo, no quería entenderlo, ni aceptarlo.
Pero sabía que Paula tenía razón, y aunque me doliera, tenía que dejarlo ir.

Pasé mucho tiempo allí, no sé cuánto, pero no podía despegarme de él.

No venía acá hacía demasiado tiempo, años.

Cuando salí me sentía un poco más aliviado, como si la pesada mochila que llevaba en mi espalda se fuese vaciando con cada paso que daba, aunque este recorrido fue más rápido que el de entrada, necesitaba abrazar a mi mujer.
Me ahogaba en lágrimas, necesitaba refugiarme en sus brazos, necesitaba que ella me sostenga, porque me sentía caer.

Ni bien estuve frente a ella, ninguno de los dos dijo nada, ella me abrazó, y yo también a ella.

- Sh… (Dijo y me abrazó más fuerte)
- Siento que me caigo.
- Sabes que nunca te dejaría caer. (Besó mi mejilla y nos quedamos en silencio, durante varios minutos, hasta que ella se separó de mí y secó mis lágrimas con sus dedos) Tranquilo…
- ¿Podemos irnos de acá? Por favor.
- ¿A tú casa?
- No, pero a otro lado.

Ella me abrazó por el costado y así caminamos, hasta la plaza en dónde habíamos estado esa mañana.
Nos sentamos enfrentados, ambos con las piernas cruzadas, y yo comencé a arrancar el pasto…

- Amor… Podes descargarte si lo necesitas.
- Es que no sé qué decir.
- ¿Te hizo bien ir? O sea, ya sé que no estás bien, pero al menos… ¿Te alivió un poco?
- Sí, me siento menos pesado, no sé, es raro…
- Capaz sea que lo estás dejando ir, y aunque te duela en el alma, es lo que tenes que hacer mi amor, porque va a sonar horriblemente cruel, pero él no va a volver, y mientras más tiempo tardes en aceptarlo, más te va a doler.
- Lo sé Pau…
- (Acarició mi mejilla) Tomate el tiempo que necesites, pero empeza a hacerlo, te vas a sentir mejor.
- Es lo que estoy intentando… (Dejé el pasto de lado, y tomé su mano, la cual seguía en mi mejilla, para besarla) Gracias mi amor. (Ella no respondió nada, tan solo se acercó a mí, me abrazó por el cuello y me besó, haciendo que caigamos ambos, ella sobre mí)
- Te amo Pepe… Con mi vida entera, y aunque estemos los tres tan angustiados, y aunque la vida sea demasiado difícil para mí, te juro que este amor me salva. Siempre me salvó, y aunque ahora también se sume el amor que le tengo a Loli, vos sos el que no me deja caer, y yo tampoco quiero dejarte caer a vos.
- (La besé) Te amo Paula, con todo lo que soy, y lo sabes… (Volví a besarla) Y te juro que me pasa exactamente lo mismo, los tres juntos siempre, a pesar de todo, te prometo que ya va a llegar el momento en el que podamos ser felices, te lo prometo… Y… (Tomé su mano) Siempre unidos, ninguno de los dos va a caer, porque ahí siempre va a estar la mano del otro.
- Siempre, nunca te lo olvides… Confía en mí, te lo ruego.
- Te lo prometo mi amor. (La besé y nos quedamos así, abrazados)  ¿Volvemos? Lola está sola y…
- Sí, volvamos. Es solo que me da mucha paz estar acá con vos.
- A mí también mi amor.

Pau se levantó, y yo también lo hice. Unidos de la mano volvimos, y ni bien cruzamos la puerta Lola corrió a nosotros, y Pau la alzó y Loli no dijo nada, tan solo la abrazó.

- ¿Estás bien princesa?
- No, los extrañé mucho. Veni papá. (Yo la abracé por la espalda)
- Perdón hija, pero necesitábamos ir a un lugar, te prometo que no te dejamos más solita.

- Ma… ¿Estuvo muy mal? (Le pregunté, entrando a su cuarto)
- No, pero igual la noto muy angustiada.
- Lo está, y ya no sé cómo ayudarla.
- Estando con ella, simplemente… 

Y en ese momento entró Lola corriendo.

- ¿Cuánto le falta a la torta abu?
- Le debe de faltar poco Loli… ¿Nos vamos a fijar?
- Sí, dale.

Ellas salieron y yo suspiré, me dirigí al cuarto, busqué algo de ropa y me fui a bañar…

-

- ¿Y papá?
- Se fue a bañar Loli… (Dije) Ya viene.
- Ah… Quiero que pruebe la torta.
- Después la prueba, igual, antes de comer, tenemos que ir a curar la manito eh.
- Ufa.
- Mmm… ¿No nos vamos a pelear otra vez, no?
- No, no, no. (Dijo y me abrazó, yo sonreí y besé su mejilla)
- Sos hermosa… Muy. (La alcé y fuimos hasta el cuarto, allí le curé su manito y ella se acomodó sobre mí) ¿Estás mimosita?
- Sí, si te vas me empieza a doler el pecho.
- (La abracé contra mí) Entonces me quedo todo el día al lado tuyo princesa.
- Por favor mami.
- Te lo prometo hija.

En ese momento sentí la puerta abrirse, y levanté mi vista.

- Papi… (Dijo sin moverse de encima de mí)
- Princesa… (Se agachó) ¿Qué pasa?
- Que no quiero que se vayan más…
- (Acarició su mejilla) No nos vamos más Loli…
- O que al menos se quede uno conmigo, me duele el pecho cuando se van.

Podía notar la culpa en la mirada de Pedro y suspiré, Pepe la abrazó y ella quedó en medio nuestro.

- ¿Podemos ir a comer la torta?
- Obvio que podemos…
- Le voy a decir a la abuela que la corte… (Y salió corriendo, yo acaricié la mejilla de Pedro y él me miró)
- Ya pasó. ¿Sí? No te sientas culpable, necesitabas hacerlo.
- Podría haber ido solo.
- Nunca te hubiese dejado ir solo. (Lo besé) ¿Vamos con ella?
- Vamos.

Nos levantamos y nos dirigimos a la cocina, donde estaba Ali cortando la torta y Lola acomodándola en un plato, cuando éste se llenó lo dejo sobre la mesa y se sentó con Pepe allí, Ali preparaba el mate y yo una chocolatada para Lola… Revolvía el cacao con bronca, y con los ojos llenos de lágrimas. No podía más.

¿Por qué era todo tan difícil?



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Qué pasen una linda noche buena y navidad :)

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