Caminábamos los dos en silencio, sin saber a dónde.
(O al menos yo no lo sabía) Su brazo rodeaba mi cintura y el mío hacía lo mismo
con él.
- ¿A dónde vamos Pepe? (Pregunté como para hablar, el silencio ya era demasiado incomodo)
- No sé.
- Ah. (Respondí casi sin sonido) ¿Vamos a desayunar?
- Sí, pero no sé a dónde.
Desayunamos en silencio, y ya no lo soportaba más.
- ¿Me podes decir qué te pasa?
- Nada Paula.
- Vos no sos así de callado, nunca.
- No me jodas.
- Y tampoco me tratas mal, menos cuando sabes que estoy mal. No te creo, y me incomoda demasiado esta situación.
- Si te incomoda andate.
- Bueno.
Me levanté, demasiado enojada y salí de aquel bar, al minuto sentí que me seguía y me tomó de la mano.
- Ahora me dejas. (Respondí sin mirarlo)
- Perdón, no quise tratarte así… Quise cuidarte y no me salió.
- Claro, ahora vos sos el santo.
- ¡Paula! (Dijo intentando gritarme pero se quebró)
- ¿Me podes explicar qué te pasa?
- Acá no.
- ¿Pagaste?
- Sí.
- ¿Podemos ir a casa?
- Por favor.
Llegamos, sin cruzar palabra alguna en todo el camino y me senté en el sillón, abrazando mis piernas.
- ¿Puedo? (Preguntó sentándose a mí lado)
- Sí. (Respondí y él se sentó a mi lado) ¿Me explicas qué te pasa? ¿Le pasó algo a Nico? Porque juro que no te entiendo.
- Es que… (Suspiró y se quebró)
- ¿Es qué que mi amor? (Pregunté tomando su mano)
- Ya está.
- ¿Qué está?
- Todo.
- No te entiendo Pepe… (Bajé mis piernas y me acerqué aún más a él, acariciando su mejilla)
- Ya fue.
- ¿Qué cosa?
- Perdón, pero no quiero ponerte peor
- Me pones peor sin decirme nada. ¿Qué es lo que fue? (Hice una pausa y sentí que el mundo se me venía abajo) ¿Lo nuestro fue?
- No mi amor, no. ¿Estás loca?
- (Suspire, tranquilizándome) ¿Y entonces?
- Nico, entró en coma… Y ya no hay vuelta atrás. (Me confesó ahogado en lágrimas, con un hilo de voz, yo no dije nada, tan solo lo abracé) Perdón, no quería…
- Sh, no tenes que pedir perdón. (Lo abracé aún más fuerte)
- Sí, no te lo quería decir porque sé que estás mal, y no quería ponerte peor.
- Te juro que me matas de amor, pero no me gusta que hagas esas cosas, y menos que menos que sufras todo vos solo… (Besé su mejilla)
- Perdón.
- Ya pasó Pepe.
Me quedé un rato allí, abrazándolo, dejando que llore, intentando contenerlo. (Aunque sabía que era inútil)
- ¿Ya no se puede hacer nada? (Pregunté haciendo que se separe un poco de mí, haciendo que nuestras frentes queden juntas)
- No Pau, ya no. Solo un milagro lo salvaría.
- Confía en eso entonces.
- Ya no tiene sentido.
- Sí que tiene sentido, siempre tiene sentido ser positivo, sino, nunca hubiese podido estar acá.
- Es distinto Pau.
- No Pepe.
- Sí… (Suspiró) Ya está, solo espero que pase rápido porque no soporto saber que está agonizando.
- ¿Cuándo va a estar la sentencia?
- Mañana. ¿Por?
- Porque después de eso nos vamos para allá, así estás con ellos.
- No, no quiero.
- Y yo no quiero que te arrepientas, tus viejos te necesitan.
- Pero…
- Pero nada mi amor.
Había pasado un rato, él se había ido a bañar y yo estaba en el balcón, intentando tranquilizarme, me sentía casi tan angustiada y nerviosa como él, y justamente lo que quería era tranquilizarlo, no alterarlo más.
Lo escuché acostarse en la cama y yo me asomé por la ventana. (Ya que el cuarto daba al balcón)
- ¿Venís un ratito afuera? (Pregunté intentando sonar animada)
- No tengo ganas amor.
- Dale, así te despejas un poquito.
- Prefiero que vengas vos para acá.
- Mmm… Bueno, está bien.
Entré y me dirigí al cuarto, me acosté a su lado y él apoyó su cabeza en mis piernas.
- ¿Por qué Pau? ¿Por qué? ¿Por qué nunca más voy a poder escuchar su voz? ¿Por qué nunca más voy a poder abrazarlo, ni que él me abracé? ¿Por qué a él? ¿Por qué todo este sufrimiento? ¿Por qué no puede tener el derecho de vivir como vive cualquiera?
- Ojala pudiera respondértelo.
- (Suspiró) No lo soporto.
- ¿No podes ser un poco positivo?
- No Pau, si los médicos no lo son.
- Pero…
- Por favor, no quiero ilusionarme con algo que no va a pasar.
- (Acaricié su pelo) Tranquilizate un poquito, por favor.
- No puedo amor.
- Un poquito. (Corrí su cabeza y me acosté a su lado, posando mi mano en su pecho y dejando mi nariz junto a su mejilla) Tranquilo. (Susurré) Intenta descansar, te va a hacer bien.
- No puedo, la cabeza no me para ni medio segundo.
- Cerra los ojos… (Dije levantándome un poco, apoyándome en mi brazo y haciendo que cierre sus ojos con mi mano libre, volví a posar su mano en mi pecho, del lado izquierdo, sobre su corazón y comencé a tararearle una canción)
- Te amo mi amor.
- Yo también te amo Pepe. (Besé su frente, sentidamente y sentí su mano acariciando mi mejilla) Y ya todo va a pasar, te lo prometo.
- Quedate conmigo, por favor.
- Siempre mi amor, siempre.
Me acomodé a su lado, abrazándolo.
- Descansa un ratito.
- No sé si voy a poder.
- Intentalo al menos.
- ¿A dónde vamos Pepe? (Pregunté como para hablar, el silencio ya era demasiado incomodo)
- No sé.
- Ah. (Respondí casi sin sonido) ¿Vamos a desayunar?
- Sí, pero no sé a dónde.
Desayunamos en silencio, y ya no lo soportaba más.
- ¿Me podes decir qué te pasa?
- Nada Paula.
- Vos no sos así de callado, nunca.
- No me jodas.
- Y tampoco me tratas mal, menos cuando sabes que estoy mal. No te creo, y me incomoda demasiado esta situación.
- Si te incomoda andate.
- Bueno.
Me levanté, demasiado enojada y salí de aquel bar, al minuto sentí que me seguía y me tomó de la mano.
- Ahora me dejas. (Respondí sin mirarlo)
- Perdón, no quise tratarte así… Quise cuidarte y no me salió.
- Claro, ahora vos sos el santo.
- ¡Paula! (Dijo intentando gritarme pero se quebró)
- ¿Me podes explicar qué te pasa?
- Acá no.
- ¿Pagaste?
- Sí.
- ¿Podemos ir a casa?
- Por favor.
Llegamos, sin cruzar palabra alguna en todo el camino y me senté en el sillón, abrazando mis piernas.
- ¿Puedo? (Preguntó sentándose a mí lado)
- Sí. (Respondí y él se sentó a mi lado) ¿Me explicas qué te pasa? ¿Le pasó algo a Nico? Porque juro que no te entiendo.
- Es que… (Suspiró y se quebró)
- ¿Es qué que mi amor? (Pregunté tomando su mano)
- Ya está.
- ¿Qué está?
- Todo.
- No te entiendo Pepe… (Bajé mis piernas y me acerqué aún más a él, acariciando su mejilla)
- Ya fue.
- ¿Qué cosa?
- Perdón, pero no quiero ponerte peor
- Me pones peor sin decirme nada. ¿Qué es lo que fue? (Hice una pausa y sentí que el mundo se me venía abajo) ¿Lo nuestro fue?
- No mi amor, no. ¿Estás loca?
- (Suspire, tranquilizándome) ¿Y entonces?
- Nico, entró en coma… Y ya no hay vuelta atrás. (Me confesó ahogado en lágrimas, con un hilo de voz, yo no dije nada, tan solo lo abracé) Perdón, no quería…
- Sh, no tenes que pedir perdón. (Lo abracé aún más fuerte)
- Sí, no te lo quería decir porque sé que estás mal, y no quería ponerte peor.
- Te juro que me matas de amor, pero no me gusta que hagas esas cosas, y menos que menos que sufras todo vos solo… (Besé su mejilla)
- Perdón.
- Ya pasó Pepe.
Me quedé un rato allí, abrazándolo, dejando que llore, intentando contenerlo. (Aunque sabía que era inútil)
- ¿Ya no se puede hacer nada? (Pregunté haciendo que se separe un poco de mí, haciendo que nuestras frentes queden juntas)
- No Pau, ya no. Solo un milagro lo salvaría.
- Confía en eso entonces.
- Ya no tiene sentido.
- Sí que tiene sentido, siempre tiene sentido ser positivo, sino, nunca hubiese podido estar acá.
- Es distinto Pau.
- No Pepe.
- Sí… (Suspiró) Ya está, solo espero que pase rápido porque no soporto saber que está agonizando.
- ¿Cuándo va a estar la sentencia?
- Mañana. ¿Por?
- Porque después de eso nos vamos para allá, así estás con ellos.
- No, no quiero.
- Y yo no quiero que te arrepientas, tus viejos te necesitan.
- Pero…
- Pero nada mi amor.
Había pasado un rato, él se había ido a bañar y yo estaba en el balcón, intentando tranquilizarme, me sentía casi tan angustiada y nerviosa como él, y justamente lo que quería era tranquilizarlo, no alterarlo más.
Lo escuché acostarse en la cama y yo me asomé por la ventana. (Ya que el cuarto daba al balcón)
- ¿Venís un ratito afuera? (Pregunté intentando sonar animada)
- No tengo ganas amor.
- Dale, así te despejas un poquito.
- Prefiero que vengas vos para acá.
- Mmm… Bueno, está bien.
Entré y me dirigí al cuarto, me acosté a su lado y él apoyó su cabeza en mis piernas.
- ¿Por qué Pau? ¿Por qué? ¿Por qué nunca más voy a poder escuchar su voz? ¿Por qué nunca más voy a poder abrazarlo, ni que él me abracé? ¿Por qué a él? ¿Por qué todo este sufrimiento? ¿Por qué no puede tener el derecho de vivir como vive cualquiera?
- Ojala pudiera respondértelo.
- (Suspiró) No lo soporto.
- ¿No podes ser un poco positivo?
- No Pau, si los médicos no lo son.
- Pero…
- Por favor, no quiero ilusionarme con algo que no va a pasar.
- (Acaricié su pelo) Tranquilizate un poquito, por favor.
- No puedo amor.
- Un poquito. (Corrí su cabeza y me acosté a su lado, posando mi mano en su pecho y dejando mi nariz junto a su mejilla) Tranquilo. (Susurré) Intenta descansar, te va a hacer bien.
- No puedo, la cabeza no me para ni medio segundo.
- Cerra los ojos… (Dije levantándome un poco, apoyándome en mi brazo y haciendo que cierre sus ojos con mi mano libre, volví a posar su mano en mi pecho, del lado izquierdo, sobre su corazón y comencé a tararearle una canción)
- Te amo mi amor.
- Yo también te amo Pepe. (Besé su frente, sentidamente y sentí su mano acariciando mi mejilla) Y ya todo va a pasar, te lo prometo.
- Quedate conmigo, por favor.
- Siempre mi amor, siempre.
Me acomodé a su lado, abrazándolo.
- Descansa un ratito.
- No sé si voy a poder.
- Intentalo al menos.
ayyy que tristeza cami!
ResponderEliminarme gustan tus descripciones... porque me sumergen en esas emociones... aunque no sean las mas felices.
Gracias!