Cuarto intermedio. (O algo así) Le pedí a Pepe que
salgamos de ahí, necesitaba abrazarlo.
Nos alejamos un par de cuadras, caminando separados hasta que no soporté más y lo abracé, llorando como nunca.
- Sh… Ya pasó hermosa, ya pasó.
- Me muero de miedo.
- No, no tenes por qué tener miedo.
- Sentía su mirada amenazante sobre mí y, era horrible, fue horrible. Es horrible.
- (Sentí que me abrazó más fuerte) Mi amor, ya está, ya pasó.
- No, no pasó, y nunca va a pasar.
- Sí Pau, te prometo que sí. (Besó mi mejilla) Tranquilizate, por favor.
- ¿Me puedo ir a casa?
- ¿Así y sola? No.
- No puedo volver.
- Estás conmigo mi amor, y yo no me puedo ir.
- Pero…
- Por favor, aguanta, falta la declaración de Zai y la de ellos… Y después ya está, hasta que no esté la sentencia no volvemos.
- No puedo volver Pepe.
- Por favor Pau, no quiero que te vayas así, además, quedate a hacerle el aguante a Zai.
Y en ese momento la vi detrás de Pepe y me separé un poco de él.
- Tranquila amiga. (Dijo Zai secando mis lágrimas) Ya pasó.
- No puedo más, no soporto más.
- Ya es lo último mi amor, y te juro que ahora sí.
- Dale Pau, arriba. Ya está, ya dijiste todo.
- Pero me muero de miedo.
- No hermosa, no.
- Dale, vamos. Ya es hora de volver…
- No puedo volver, vayan ustedes.
- No te vamos a dejar sola amiga.
- Prefiero quedarme sola a volver.
- Amor, no te voy a dejar sola y lo sabes.
Terminaron convenciéndome y volvimos, lo que más me costaba era no estar abrazada a él. (Porque era lo único que necesitaba en ese entonces)
Las declaraciones pasaron, y por fin era hora de volver.
Llegué a casa y sin escala me dirigí al cuarto, quité mis zapatillas y me metí en la cama. (Sin expectativas de salir, al menos, hasta el día siguiente)
- Amor. ¿Puedo pasar? (Yo no respondí, me daba lo mismo, todo me daba lo mismo. Sentí que se sentó detrás de mí y corrió el pelo de mi cara, yo le daba la espalda) Pau… ¿Queres que me quede o queres que te deje sola?
- Quedate y abrazame, por favor. (Él me abrazó por la espalda y yo me quebré aún más) ¡Se declaró inocente Pedro! ¡Es una mierda! (Dije temblando)
- Sh, tranquilizate, estás temblando.
- Ya lo sé, y no puedo tranquilizarme.
- Pero Pau, no quiero que te pase nada.
- (Suspiré) Perdón, no quiero hacerte pasar un mal momento.
- No tenes que pedir perdón. ¿Queres tomar la pastilla por las dudas?
- No.
- ¿Segura? Por las dudas, dale, no quiero que la pases peor.
- (Suspiré) Me da todo lo mismo Pedro.
- ¿Me miras? (Dijo haciendo que me dé vuelta, y lo hice, desganada. Volvió a correr el pelo de mi cara y secó mis lágrimas) Es el final mi amor, ya está, solo falta la sentencia, que va a ser favorable para nosotros, porque a pesar de que se haya declarado inocente no hay una sola prueba a su favor, asique tenes que tranquilizarte y empezar a despreocuparte, por favor.
- No puedo Pepe, te juro que no puedo.
- Dale. ¿No queres tomar la pastilla? Así descansas y te tranquilizas. (Encogí mis hombros) Te la traigo.
Pepe se levantó y cuando volvió creo que yo no me había movido ni medio milímetro. Me senté, solo para tomar el remedio y volví a acostarme, no tenía fuerzas para nada.
Él acariciaba mi cara y mi pelo, frente a mí… Lo sentía, porque mis ojos estaban cerrados.
- Pau. ¿Me escuchas? (Yo asentí con mi cabeza) Tranquilizate, hacelo por vos mi amor… Es momento de que empieces a vivir tú vida sin miedos, porque ya está, ya pasó todo, estamos juntos, y bien, los dos.
- Ninguno de los dos está bien, no me quieras convencer con boludeces, y perdón que te lo diga así, pero estoy muy intolerante y…
- Bueno, está bien. (Dijo algo molesto)
- No, perdón, no quise que te enojes. (Abrí mis ojos para poder mirarlo) Pero no intentes convencerme con algo que los dos sabemos que no es real.
-Tenes razón, mejor no digo nada.
- ¿Te enojaste?
- No.
- Sí que te enojaste, te conozco… Y no te enojaste por lo que te dije, te enojaste porque vos queres evadir que estás mal. ¿O no?
- Odio que me conozcas así.
- (Reí, aunque sin ganas) Mmm… Ninguno de los dos tiene ganas de hablar. ¿O no? (Él negó con su cabeza) Entonces podes ir a cerrar todo, porque a mí no me sacas de adentro de la cama ni que me mates. (Reímos) Y te venís a dormir acá conmigo hasta mañana.
- Mmm…
- Dale, te espero.
Al rato volvió, se metió en la cama y me abrazó rodeando mi espalda con su brazo, ya que yo estaba boca abajo, pero yo me di vuelta, era incomodo dormir así.
(Como siempre) Me acomodé sobre él y una de mis manos se dirigieron a su barba, para mimarlo, y su mano hacía lo mismo pero con mi pelo.
Ninguno de los dos decía nada, pero estábamos juntos y sabíamos lo que el otro necesitaba.
Nos alejamos un par de cuadras, caminando separados hasta que no soporté más y lo abracé, llorando como nunca.
- Sh… Ya pasó hermosa, ya pasó.
- Me muero de miedo.
- No, no tenes por qué tener miedo.
- Sentía su mirada amenazante sobre mí y, era horrible, fue horrible. Es horrible.
- (Sentí que me abrazó más fuerte) Mi amor, ya está, ya pasó.
- No, no pasó, y nunca va a pasar.
- Sí Pau, te prometo que sí. (Besó mi mejilla) Tranquilizate, por favor.
- ¿Me puedo ir a casa?
- ¿Así y sola? No.
- No puedo volver.
- Estás conmigo mi amor, y yo no me puedo ir.
- Pero…
- Por favor, aguanta, falta la declaración de Zai y la de ellos… Y después ya está, hasta que no esté la sentencia no volvemos.
- No puedo volver Pepe.
- Por favor Pau, no quiero que te vayas así, además, quedate a hacerle el aguante a Zai.
Y en ese momento la vi detrás de Pepe y me separé un poco de él.
- Tranquila amiga. (Dijo Zai secando mis lágrimas) Ya pasó.
- No puedo más, no soporto más.
- Ya es lo último mi amor, y te juro que ahora sí.
- Dale Pau, arriba. Ya está, ya dijiste todo.
- Pero me muero de miedo.
- No hermosa, no.
- Dale, vamos. Ya es hora de volver…
- No puedo volver, vayan ustedes.
- No te vamos a dejar sola amiga.
- Prefiero quedarme sola a volver.
- Amor, no te voy a dejar sola y lo sabes.
Terminaron convenciéndome y volvimos, lo que más me costaba era no estar abrazada a él. (Porque era lo único que necesitaba en ese entonces)
Las declaraciones pasaron, y por fin era hora de volver.
Llegué a casa y sin escala me dirigí al cuarto, quité mis zapatillas y me metí en la cama. (Sin expectativas de salir, al menos, hasta el día siguiente)
- Amor. ¿Puedo pasar? (Yo no respondí, me daba lo mismo, todo me daba lo mismo. Sentí que se sentó detrás de mí y corrió el pelo de mi cara, yo le daba la espalda) Pau… ¿Queres que me quede o queres que te deje sola?
- Quedate y abrazame, por favor. (Él me abrazó por la espalda y yo me quebré aún más) ¡Se declaró inocente Pedro! ¡Es una mierda! (Dije temblando)
- Sh, tranquilizate, estás temblando.
- Ya lo sé, y no puedo tranquilizarme.
- Pero Pau, no quiero que te pase nada.
- (Suspiré) Perdón, no quiero hacerte pasar un mal momento.
- No tenes que pedir perdón. ¿Queres tomar la pastilla por las dudas?
- No.
- ¿Segura? Por las dudas, dale, no quiero que la pases peor.
- (Suspiré) Me da todo lo mismo Pedro.
- ¿Me miras? (Dijo haciendo que me dé vuelta, y lo hice, desganada. Volvió a correr el pelo de mi cara y secó mis lágrimas) Es el final mi amor, ya está, solo falta la sentencia, que va a ser favorable para nosotros, porque a pesar de que se haya declarado inocente no hay una sola prueba a su favor, asique tenes que tranquilizarte y empezar a despreocuparte, por favor.
- No puedo Pepe, te juro que no puedo.
- Dale. ¿No queres tomar la pastilla? Así descansas y te tranquilizas. (Encogí mis hombros) Te la traigo.
Pepe se levantó y cuando volvió creo que yo no me había movido ni medio milímetro. Me senté, solo para tomar el remedio y volví a acostarme, no tenía fuerzas para nada.
Él acariciaba mi cara y mi pelo, frente a mí… Lo sentía, porque mis ojos estaban cerrados.
- Pau. ¿Me escuchas? (Yo asentí con mi cabeza) Tranquilizate, hacelo por vos mi amor… Es momento de que empieces a vivir tú vida sin miedos, porque ya está, ya pasó todo, estamos juntos, y bien, los dos.
- Ninguno de los dos está bien, no me quieras convencer con boludeces, y perdón que te lo diga así, pero estoy muy intolerante y…
- Bueno, está bien. (Dijo algo molesto)
- No, perdón, no quise que te enojes. (Abrí mis ojos para poder mirarlo) Pero no intentes convencerme con algo que los dos sabemos que no es real.
-Tenes razón, mejor no digo nada.
- ¿Te enojaste?
- No.
- Sí que te enojaste, te conozco… Y no te enojaste por lo que te dije, te enojaste porque vos queres evadir que estás mal. ¿O no?
- Odio que me conozcas así.
- (Reí, aunque sin ganas) Mmm… Ninguno de los dos tiene ganas de hablar. ¿O no? (Él negó con su cabeza) Entonces podes ir a cerrar todo, porque a mí no me sacas de adentro de la cama ni que me mates. (Reímos) Y te venís a dormir acá conmigo hasta mañana.
- Mmm…
- Dale, te espero.
Al rato volvió, se metió en la cama y me abrazó rodeando mi espalda con su brazo, ya que yo estaba boca abajo, pero yo me di vuelta, era incomodo dormir así.
(Como siempre) Me acomodé sobre él y una de mis manos se dirigieron a su barba, para mimarlo, y su mano hacía lo mismo pero con mi pelo.
Ninguno de los dos decía nada, pero estábamos juntos y sabíamos lo que el otro necesitaba.
-
Me desperté varias horas después, al día siguiente y ella seguía durmiendo sobre mí. Corrí el pelo de su cara y la abracé aún más fuerte, con cuidado de no despertarla. Besé su frente y suspiré.
¿Por qué todo era tan difícil? No podía más, y sabía que ella tampoco. Quisiera algo que nos pueda tranquilizar, o apagar un poco el dolor.
No sabía cómo protegerla, tampoco podía protegerme yo.
La sentí despertarse, pero no dijo nada… Tan solo suspiro.
- Buen día.
- Buen día. (Respondió sin siquiera abrir sus ojos) ¿Qué hora es?
- Las ocho.
- Mmm… ¿Y hay que levantarse?
- Como quieras.
- No, no quiero. (Se dio vuelta dándome la espalda)
- (Me acerqué a ella) ¿Queres estar sola?
- Quiero no pensar.
- ¿Y no preferís que salgamos un rato?
- ¿Ahora?
- Sí, ahora… Está lindo, hay sol. Podemos salir a desayunar.
- No tengo ganas.
- Sinceramente yo tampoco, pero nos va a hacer bien a los dos.
Me desperté varias horas después, al día siguiente y ella seguía durmiendo sobre mí. Corrí el pelo de su cara y la abracé aún más fuerte, con cuidado de no despertarla. Besé su frente y suspiré.
¿Por qué todo era tan difícil? No podía más, y sabía que ella tampoco. Quisiera algo que nos pueda tranquilizar, o apagar un poco el dolor.
No sabía cómo protegerla, tampoco podía protegerme yo.
La sentí despertarse, pero no dijo nada… Tan solo suspiro.
- Buen día.
- Buen día. (Respondió sin siquiera abrir sus ojos) ¿Qué hora es?
- Las ocho.
- Mmm… ¿Y hay que levantarse?
- Como quieras.
- No, no quiero. (Se dio vuelta dándome la espalda)
- (Me acerqué a ella) ¿Queres estar sola?
- Quiero no pensar.
- ¿Y no preferís que salgamos un rato?
- ¿Ahora?
- Sí, ahora… Está lindo, hay sol. Podemos salir a desayunar.
- No tengo ganas.
- Sinceramente yo tampoco, pero nos va a hacer bien a los dos.
Qué gran cap!!!!! X lo menos me distraés en estos días que mi hija tiene algunos problemitas de salud.
ResponderEliminar