Capítulo 37

Necesitaba hacer algo para subirle un poco el ánimo, odiaba verla así…

- Pau…
- ¿Qué?
- ¿Queres que nos vayamos algunos días?
- ¿A dónde?
- No sé, a algún lado… Los dos solos, a respirar un poco de paz.
- Pero… ¿Tú trabajo?
- Sabes que puedo arreglar para faltar algunos días, y además, ahora viene un finde largo.
- Mmm… Si vos queres.
- Yo quiero saber si vos queres…
- Sí, no sé. No quiero que sigas haciendo gastos.
- ¿Podes dejar de pensar en la plata? Si te lo propongo es porque quiero y puedo pagarlo.
- Es que… Siento que haces demasiado por mí.
- Por los dos… Yo también quiero que disfrutemos de un viaje.
- ¿Y a dónde?
- A donde quieras…
- No conozco muchos lugares, con mis viejos siempre íbamos a la costa.
- Mmm… ¿Conoces la nieve?
- No.
- ¿Y te gustaría conocerla? Es época de nieve en Mendoza.
- ¿En serio me decís?
- Sí Pau. ¿Queres?
- Sí… Me encantaría, pero… No tengo ropa para ir a un lugar así.
- Yo tampoco. (Reímos) Pero podemos ir a comprar… Y los trajes allá se alquilan, dale. ¿Vamos?
- Mmm… Bueno, dale.

Después de comprar los pasajes por internet, y de reservar el hotel fuimos al cuarto, yo estaba parado en una silla, buscando las bolsas con la ropa vieja, para ver si algo servía, y ella iba abriendo las bolsas.

Comenzamos a preparar las valijas, ya que nos iríamos a la madrugada siguiente…

- Es una locura esto.
- (Reí) ¿Por qué?
- Porque organizaste un viaje en media hora.
- No es la primera vez que lo hago… Bueno, creo que sí. (Reímos) Es que nos va a hacer bien, quiero disfrutar unos días con mi novia. ¿Está mal?
- No, me encanta la idea. (Sonreímos y nos dimos un beso) Pero eso no quiere decir que no sea una locura… (Volvimos a reír y continuamos armando las valijas)
- ¿Cuántos días son?
- Cuatro, casi cinco.
- (Sonrío) Te juro que me matas… (Me besó) Gracias.
- Sh… Vos me matas a mí. (La besé y ella tomó entre sus manos mi cara)
- Sos lo más lindo que me pasó en la vida.
- (La abracé por la cintura, e hice que caigamos en la cama, enfrentados) Deja de ponerte así de tierna porque me matas en serio.
- Solo te digo lo que siento… Soy muy verborragica.
- Me encanta que lo seas igual. (Y nos besamos)

Era de noche, y llovía, torrencialmente… La luz se había cortado y estábamos a la luz de las velas.

- Hasta en penumbras sos hermosa.
- (Rio) Y vos un chamuyero.
- Pero te hice reír. (Dije y alumbré directamente a su cara, con la linterna. Ella sonrió) Y sonreír.
- Sos el único que lo logra. (Dijo y me quitó la linterna de la mano, para acercarse a mí y besarme) Gracias.
- Deja de agradecerme, me encanta verte reír, sonreír…
- No podes ser tan lindo Pedro, no podes. (Y volvió a besarme)
- Mmm… No sé, capaz puedo eh. (Reímos)
- Lo que espero que puedas es dormir conmigo hoy, la lluvia amerita un abrazo para dormir.
- Cualquier clima amerita tenerte cerquita para dormir. (Sonreímos)
- ¿Sabes que me da un poco de miedo esto?
- ¿Qué cosa? (Pregunté extrañado)
- Esto… No sé. ¿Es así todo el tiempo? Te juro que me tenes idiotizada.
- (Reí) Se va pasando de a poco, el tema de la idiotez nada más eh… Pero siempre es lindo, si lo sabemos llevar y alimentar todos los días, digamos que este es el principio de la relación.
- Me siento un tonta, te juro.
- Sh, sos hermosa. (La besé) ¿Qué te parece si nos vamos ahora a la cama? Hace frío, y tengo ganas de llenarte de mimos.
- ¿No queres comer algo antes? Porque yo muero de hambre.
- Tenes razón… No sé qué hay.
- Me voy a fijar.

-

Agarré la linterna y fui a la cocina, puse a cocinar fideos… No iba a hacer algo muy elaborado sin luz.

Después de cenar, estábamos en su cuarto… ¿O ya era nuestro? Bueno, no sé.

Yo estaba acostada mirando el techo… O eso se suponía que hacía, en la oscuridad no se veía demasiado.
Él volvió del baño y se acostó a mi lado, apoyó su mentón en mi hombro y besó mi mejilla.

- Quiero que esto se repita todas las noches. (Confesé, tímida)
- ¿Dormir juntos?
- Por favor, me hace muy bien.
- Sería un placer, me encanta dormirme sintiéndote tan cerquita. (Sonreí y giré mi cabeza para poder besarlo, él me abrazó, haciendo que quedemos abrazados tipo ‘cucharita’ y besó reiteradas veces mi nuca)
- (Tomé su mano, haciendo que nuestros dedos se entrelacen) Descansa Pepe. (Besé su mano)
- Vos también Pau…

Me desperté en medio de la noche, porque un trueno sonó demasiado fuerte y me asusté.

No sé por qué me acordé de una noche que llovía así y el Toro me había obligado a estar con él a la intemperie, y como yo me negué, quiso ahogarme…  Una sensación horrible me recorrió de pies a cabeza y me sentí temblar.

Intenté tranquilizarme, estaba con Pedro, él me abrazaba… Nada podría pasarme.

Pero… A pesar de que no quería las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas, y a pesar de que intenté no hacer ruido, Pepe se despertó.

- Pau… ¿Qué pasa?
- Nada, seguí durmiendo.
- ¿Cómo que nada? Estás llorando.
- Es que me acordé de algo, pero ya está.
- ¿De qué?
- De nada Pedro, ya está.
- No está nada, estás llorando. (Suspiré y comencé a llorar cada vez más) Ey… ¿Qué pasa?
- Nada.
- No me digas nada, mira como lloras… Dale, contame.
- (Suspiré) Recuerdos horribles que me carcomen la mente.
- ¿Puedo saber qué recuerdos?
- (Volví a suspirar) El día que quiso ahogarme llovía así, y quiso que esté con él debajo de la lluvia… Y como yo no quería porque estaba enferma me negué, quise escaparme, pero me agarró y casi me ahoga… Fue horrible Pedro.
- Pero ya pasó hermosa, mira, ahora estás conmigo.
- De eso intento convencerme hace horas, pero nada me saca esta sensación tan horrible del cuerpo.
- Tranquila… (Besó mi cuello y secó mis lágrimas torpemente, porque estaba a mis espaldas) No estás más con él, ni sola…

Y yo me dejé abrazar, hasta que me quedé dormida… Mientras él acariciaba mi brazo.