sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 55

Cuando llegamos a casa, Pau se puso a preparar café mientras yo buscaba unos chocolates que tenía escondidos.

Estábamos los dos en el suelo (Sí, en el suelo) más precisamente, sobre la alfombra del living, a nuestro alrededor las tazas de café ya vacías y los envoltorios de los chocolates.
Ella sentada con su espalda contra el modular y yo la mía contra el sillón.

El reloj marcaba las tres de la mañana y nosotros seguíamos charlando, amaba hacerlo con ella. Amaba conocerla todos los días un poco más.

- Ya estás muy chinita… (Dije riendo) Vamos a dormir, dale.
- Pero me gusta charlar con vos.
- A mí también Pau, me encanta, pero tenemos toda la vida para hacerlo.
- Pero a mí la vida me enseñó que lo único que hay es el presente.
- Mmm… En eso coincido con vos. (Me acerqué a ella) Pero podemos ir a la cama…
- Eso me tienta, ya estoy incomoda acá.
- (Me levanté y le di la mano para que ella también lo haga) Entonces vamos.

Estábamos en el cuarto, ella acostada y yo sentado.

- (Se acomodó de costado, mirándome) Pepe…
- ¿Qué Pau?
- ¿No tenes miedo de que de repente todo se termine?
- (Me acosté para estar más cerca de ella) No.
- Pero…
- Pero nada, disfrutemos del presente, como dijiste vos, no hay otra cosa que no sea el ahora, y además, estoy seguro de que lo nuestro va a ser eterno. ¿Vos no lo sentís así?
- (Suspiró) Sí, pero la vida no está escrita, y nadie sabe si no puede ser nuestro último presente.
- Che, no pienses así.
- Perdón, es que me agarró una sensación muy fea.
- ¿Si te abrazo se irá?
- Mmm… No sé.
- ¿Puedo probar?
- Por favor.

Yo sonreí y la abracé contra mi pecho.

- Te amo, para siempre.
- (Besó mi pecho) Igual que yo a vos. (Besé su cabeza y después de un rato, pregunté)
- ¿Mejor?
- Sí, gracias mi amor.
- (La abracé más fuerte) Descansa hermosa.
- Vos también Pepe.

Al día siguiente, me desperté y ella seguía durmiendo en mis brazos, sonreí al verla allí y besé sentidamente su frente. Acomodé las mantas y volví a cerrar mis ojos, aún era temprano, aunque, no logré volver a dormirme.

No sé por qué, se me vino a la mente lo que Pau me había dicho anoche, y además me di cuenta de que no fue algo del momento, porque en la plaza también me había dicho algo así.
Sí de algo estaba seguro era de que quería que esto dure para siempre, quería que todas las mañanas fueran así, juntos.
¿Por qué me lo había dicho? ¿Por qué lo sentía así?

Suspiré y apoyé mi mentón en su cabeza, prometiéndome a mí mismo que no la alejaría de mí, ni que dejaría que se aleje de mí. Prometiéndome que no dejaría que nos separen, nada ni nadie.

Se habían hecho las nueve, y yo tenía que ir al juzgado a buscar unos papeles de un juicio de divorcio que arrancaría la semana que viene, con cuidado salí de la cama y después de dejarle un cartelito a Pau en la mesita de luz que decía ‘Qué tengas un buen día mi amor, te amo y para siempre’ me bañé, desayuné y salí de casa.

-

Me desperté y sonreí al ver el cartelito que reposaba en mi mesita de luz, prendí mi celu y se lo respondí mediante un mensajito.

‘Qué vos también lo tengas, te amo, lo sabes… Y para siempre’

Di media vuelta y quedé boca arriba, mirando el techo…

‘¿Volves muy tarde?’

Me levanté y después de bañarme, desayuné.

‘En una horita estaré por allá, se me atrasó todo. Perdón’

‘No hay problema, solo quería saber’

Busqué la memoria de la cámara y salí rumbo al centro, a algún negocio donde pudieran imprimirme aquella foto que ayer nos habíamos sacado con Pepe.
Pedí dos copias, una que pondría en un portarretratos que acababa de comprar en aquel mismo negocio, y otra que me guardaría para mí.
El portarretratos lo puse en la mesita de luz, del lado que él dormía, y la otra foto la guardé en una caja, en la cual guardaba los pocos recuerdos que tenía de mi vida.

- (Me abrazó por la espalda mientras yo cocinaba, sorprendiéndome) Qué lindo eso que hiciste.
- (Sonreí) ¿Te gustó?
- Mucho. (Besó mi mejilla) Casi tanto como me gustas vos. (Reímos) ¿Pongo la mesa?
- Dale.

Después de almorzar, le pregunté tan solo por curiosidad…

- ¿Puedo saber por qué te retrasaste?
- ¿Qué pasa? ¿Celos Chaves?
- (Reí) Sos un tarado, solo pregunté por curiosidad.
- Un caso nuevo, complicado.
- ¿Sobre?
- (Hizo una pausa) Te lo tiene que contar ella.
- ¿Quién?
- Zaira.
- ¿Zaira? ¿Qué le pasó?
- Habla con ella.
- Pero…
- No te lo puedo decir yo Pau.
- Está bien. (Respondí enojada y preocupada)
- No te enojes, por favor, es algo muy delicado.
- No, no me enojo.
- Te conozco. (Y yo no respondí) ¿A vos te gustaría que alguien ande contando tú historia?
- No.
- Entonces respeta la de ella.
- Me preocupas.
- Habla con ella.
- (Suspiré) Está bien.
- (Me besó) ¿Podemos pasar una linda tarde? Por favor.
- (Hice una pausa) Sí, perdón.
- Igualmente habla con ella, vas a poder ayudarla. Estoy seguro.
- ¿Sí?
- Sí. (Me besó)
- Bueno… Pero me preocupas más.
- No creo que hoy puedan hablar. Pero ella está bien, no te preocupes.

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